Son muchas las veces que los evangelistas nos refieren que Jesús miró a su
alrededor, a personas, grupos y gentes muy diversas y en situaciones muy
distintas. Se mira alrededor cuando uno se ve rodeado bien sea de gente con
quien gusta estar o bien con quienes nos disgusta, pues quienes nos rodean
manifiestan siempre o acogido o indiferencia o rechazo. Con Jesús pasa lo mismo.
Unos lo hacen con mala idea, espiándole para ver “si cura en sábado” (Mc. 3, 2) y acusarle. Otros con una mezcla de incredulidad y
sorpresa: “la sinagoga tenía los ojos clavados en Él” (Lc. 4, 20). Otros pidiéndole ayuda “te ruego que te fijes en mi
hijo” (Lc. 9, 38). Otros
comprendiendo la dificultad del momento “viendo los que estaban con Él lo que
iba a pasar” (Lc. 22, 49). Otros con
curiosidad ante el espectáculo macabro de su crucifixión, “el pueblo estaba
mirando” (lc. 23, 35) porque habían
visto lo sucedido y “la muchedumbre que había acudido al espectáculo al ver lo
ocurrido se volvió a la ciudad dándose golpes de pecho” (Lc. 23, 48). Otros son “dichosos porque ven” (Mt. 13, 16) y otros “desearán ver al Hijo del Hombre y no lo verán” (Lc. 24, 31), los habrá también a “quienes se le abrirán los ojos y
lo reconocerán con gozo” (Lc. 24, 31).
Fueron muchas las miradas y muy diversas las que se produjeron en aquellos
que por un motivo u otro rodearon a Jesús. Él también los miró. Sentirlos
alrededor indicaba cercanía. Su mirada expresaba que se fijaba en ellos, no fue
un simple verlos. Los discípulos en cierta ocasión le dijeron: “ves que la
gente te apretuja y sales preguntando ¿quién me ha tocado? Él seguía mirando
alrededor para ver quien había sido” (Mc. 5, 32). Él, con su mirada buscaba a la persona, no buscaba otra cosa.
Así lo hace también cuando quiere resaltar algo para poner las cosas en su
sitio: paseando la mirada por quienes estaban sentados alrededor dijo: “aquí
tenéis a mi madre y mis hermanos” (Mc. 3, 34). Otras veces la mirada alrededor quiere resaltar algo que antes ha hecho o
expresado, así, ante uno que se le acercó, fiel cumplidor de la ley desde su
infancia, y a quien miró con cariño, al verlo entristecerse y marcharse cuando
le propuso seriamente su seguimiento, porque era muy rico, Jesús quiere
manifestar el peligro de las riquezas para entrar en el Reino, por eso presta
toda su atención al grupo de discípulos que le rodea: “mirando alrededor” (Mc. 10, 23), fija su mirada en ellos porque lo que va a decir a
continuación es algo muy importante al respecto.
Otras veces la mirada en torno es, ante quienes quieren acusarlo. Como una
provocación que, por un lado, resalta que lo que va a hacer es importante y,
por otro, dejar en ridículo ante la gente a sus adversarios “y echando una
mirada en torno a todos” (Lc. 6, 10). También, después de narrarle una
parábola, y darse cuenta de que iba por ellos “Él se les quedó mirando” porque
lo que les iba a decir requería toda la atención: “todo el que cae sobre ella
(la piedra angular) se estrellará y, si ella cae sobre alguno, lo hará trizas” (Lc. 20, 18).
El evangelista Mateo suele utilizar más el verbo ver para expresar las
actitudes de Jesús con las gentes. Así nos dirá; “que al ver Jesús el gentío” (Mt. 5, 1) reúne a los discípulos y les enseña las
bienaventuranzas. En otra ocasión “viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente” (Mt. 8, 18) se marchó a la otra orilla del lago. Pero el evangelista
señala lo que la vista de la multitud suele provocar en Jesús, así “al ver a
las muchedumbres sintió lástima” (Mt. 9, 36) o “vio una multitud y sintió lástima” (Mt. 14, 14).
No sólo ve o mira a personas o multitudes, también “echa un vistazo todo
alrededor del templo” (Mc. 11, 11) y, en otra ocasión fijará la visión en el templo para anunciar su ruina a
los discípulos: “¿Veis todo eso, verdad? Os aseguro que lo derribarán hasta que
no quede ahí piedra sobre piedra” (Mt. 24, 2).
No hay comentarios:
Publicar un comentario