sábado, 7 de marzo de 2015

Epílogo: Líneas principales


Hasta aquí la instrucción de Jesús a su comunidad, y que Marcos comunica a la suya, según subía a Jerusalén. Que tiene muy presente a la suya es claro por el uso del presente con mucha frecuencia pues de otra forma se remitiría al pasado. Muchos de los personajes son representativos, bien de personas, bien de la comunidad o de la misma humanidad.
Alguno ha comparado a Marcos con un periodista. Narra en trazos, siluetea personajes o hechos con brevedad y rasgos significativos.
Resumiendo los principales rasgos de esta instrucción que nos ha transmitido Marcos y que hemos comentado, tanto a su comunidad como a las nuestras queremos resaltar las siguientes
LÍNEAS PRINCIPALES
1ª. EL CRISTOCENTRISMO ABSOLUTO.
Es lo que se propone en todo su evangelio. Ya, desde el principio, nos dice lo que pretende. Trata de manifestar cuál es el origen de lo que creen nuestras comunidades, cómo se ha originado lo que ahora vive la comunidad. Así comienza: “Origen de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”. Así como en fundadores de religiones o movimientos sus orígenes los colocan, ellos y sus seguidores, en una moral o en una doctrina determinada, Marcos no, él lo sitúa en la persona misma de Jesús, es como una invitación a todos a entrar en comunión con Él. Como si dijera “todos con Él”. Y a esto se llega dando unos pasos que él propone mediante el seguimiento, la identificación y la comunión, como finalidad. Invita al seguimiento de muchas maneras pero en todas hay que ponerse detrás de Jesús, no por delante. Es su persona la que muestra por donde hay que ir para llegar a esa comunión y esto nos lo muestra no como un simple acompañamiento sino mediante la identificación con Él; porque se le puede acompañar y hasta seguir y, sin embargo, no estar identificado con Él compartiendo tanto su mentalidad como su vida. Solo así puede llegarse a esa comunión. Ésta, siguiendo la fórmula clásica lo es “con el Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo”. La persona de Jesús, por su Santa Humanidad nos introduce en la comunión trinitaria.
2ª. SU CENTRO ES EL AMOR.
Porque el Dios con el que la comunidad está identificada lo es. Un amor que es universal, no lo es solo para una raza, pueblo o nación. Que no se reduce solo a sentimiento o a puro afecto. Ni puede comprenderse como una relación interesada por parte de Dios, que busque algo para Él. Ni tampoco por parte del hombre, como un negocio sagrado —te doy para que me des— o quiera comprar el cielo acumulando méritos. No. Es enteramente gratuito y verificable en el servicio. El amor que Dios manifiesta por Jesús en su Espíritu se traduce en servicio al hombre hasta las últimas consecuencias.
3ª. SUPERANDO LOS FALSOS MESIANISMOS.
La mentalidad más común en Israel también se daba en los discípulos; era que el reino de Dios sería establecido por el mesías, descendiente de David y con características semejantes a como David lo encarnó. Un mesías triunfador, caracterizado por la fuerza, el poder dominador, la riqueza y la lucha contra los opresores del pueblo. Sin embargo, el mesianismo de Jesús no va por esos derroteros. Él es el Mesías Hijo de Dios, por lo tanto que se parece y refleja a su Padre, con un amor incondicional que, en su servicio desinteresado, le lleva a servir a los hombres identificándose con ellos hasta en la máxima pérdida. No es el mesías triunfador, sino el Mesías servidor que muestra su poder en el amor incondicional y gratuito. El Mesías perdedor ante los hombres que muestra a un Dios que también es perdedor ante ellos en un amor no correspondido. Jesús muestra su mesianismo aceptando las consecuencias de su destino. Por eso pide a los que se ponen detrás de Él, que tomen su cruz y le sigan. Porque no hay resurrección si no hay muerte. No hay vida si no se entrega la que se tiene.
4ª. CIMENTADOS EN LA IGUALDAD.
Si hay alguien que haya respetado la libertad ha sido Jesús. Y no hay nadie que respeta la libertad como el Dios cristiano. Por eso no puede extrañamos que exija a sus seguidores que, en la comunidad que forman tras de Él, vivan la igualdad. En ella no hay dominio de unos por otros, ni del hombre sobre la mujer, ni de jefes sobre súbditos, ni de viejos sobre jóvenes, porque todos son servidores. Ciertamente hay misiones diferentes, cada uno tiene la suya, pero esto no crea poder —ejercicio del dominio— de unos sobre otros. El poder no reside en ningún miembro de la comunidad pues todos son servidores en sus respectivas misiones. El poder lo es del Señor Jesucristo y esto Marcos muestra cómo lo ha ejercido. Por tres veces anuncia a sus discípulos qué es lo que lo aguarda en Jerusalén frente a lo que ellos esperan. Será su pasión y su muerte para lograr su resurrección. Su comunidad lo es de iguales mediante el servicio desinteresado y gratuito.
5ª. CON PARTICIPACIÓN Y CORRESPONSABILIDAD.
Llevada a cabo la misión de la comunidad es de todos a través de servicios diferentes. Por tanto es una responsabilidad que debe ser asumida por todos, ya que es el encargo de Jesús a los suyos para continuar la misión. Ésta es común, es de todos y todos somos corresponsables a través de tareas, servicios, oficios y ministerios distintos. No puede haber comunidad si no hay participación y corresponsabilidad. Ésta es la obra de todos movidos por un Único Espíritu. Aquí todos participan. No tienen en ella una clase preferente, sí una misión dentro de ella que fundamente y discierne el servicio de todos, empezando por el propio de quienes dirigen para la edificación de la comunidad. Porque no es una clase que se beneficie del trabajo de los demás, ejerza el dominio y se sirva de ellos. Esto anula todo proyecto de clericalización en la comunidad creyente.
6ª. ACEPTA TODO LO BUENO, VENGA DE QUIEN VENGA.
La comunidad acepta la presencia del Espíritu más allá del ámbito a donde ella llega. Él se mueve más allá de sus fronteras. Por tanto, también donde no se conoce al Dios verdadero ni a su enviado Jesucristo. También donde éste es presentado parcialmente, no en su integridad. Esta acción suya promueve todo el bien que en el mundo se produce. El hombre, como criatura de Dios que es, no puede dejar de ser amado por Él. No hay un solo hombre que no sea querido por Dios, y está siempre trabajando en él para que, siendo bueno, en lo que descubre como tal, vaya perfeccionándose hacia la plenitud que Dios busca en él y en todos. Lo hace mediante su Espíritu. Posiblemente el hombre no conozca de dónde procede el bien que desea o hace, pero la actuación de Dios está ahí como don de su Espíritu. De aquí surge la necesidad de acoger todo lo bueno, reconocerlo y aceptarlo. Los dones del Espíritu siempre se reconocen y todos están orientados a edificar la comunidad, aunque todo esto se desconozca por quien lo recibe o hace. La misión del Espíritu es precisamente la de ir disponiendo a esta humanidad hasta lograr que sea la humanidad de Cristo. De aquí la obligación que todos tenemos de aceptar todo lo bueno venga de quien venga y también la obligación de reconocer el bien de todo hombre sea quien sea, esté próximo a nuestras ideas y vida o no lo esté.
7ª. ECHANDO FUERA TODA AMBICIÓN
La ambición no es buena, ni siquiera aquélla que busca o desea el bien. Porque éste se manifiesta en cosas concretas a las que es muy difícil desprender del egoísmo humano, que es la auténtica ruina de la vida. Cuando la ambición domina a una persona o grupo es muy difícil que no caiga en la injusticia para con los demás e incluso el menosprecio de aquellos que no son ambiciosos como ellos. Origen también de innumerables conflictos en la comunidad y de profundas divisiones. El seguimiento de Jesús no puede hacerse con ambiciones: Dios nos regala sus dones y nos da gratis su Reino. La actitud válida no es la de ambicionarlo, sino la de acogerlo y esto solo puede hacerlo quien no sabiéndose merecedor de ello pone en juego toda su capacidad de agradecer lo que se le da y el amor que lo produce sin ambicionar lo que no es merecido
8ª. SEGUIMIENTO Y RIQUEZA SON INCOMPATIBLES.
Está bien claro en todo el Evangelio que la riqueza es uno de los obstáculos serios a la gracia. La razón principal está en que es la causa de la injusticia. Una persona rica o una comunidad rica pueden ser buenísimos, pueden compartir parte de sus bienes y dar muchas limosnas, pero no caen en la cuenta de que la acumulación de bienes que ellos tienen y de los que disfrutan, es la que está causando la injusticia de que haya otros que carecen de todo. No vale la disculpa de que lo han ganado legítima y honradamente o que lo han heredado porque se ha acumulado lo aparentemente legítimo porque no se ha compartido el peso de los pobres. Si no se reparte suficientemente se acumula y, si esto sucede, hay pobres.
Además de ser causa de la injusticia, la riqueza está íntimamente ligada a la suficiencia, otro de los obstáculos serios a la gracia. Es muy raro encontrar un rico que no sea suficiente. Precisamente rico es quien confía en sus bienes y no en Dios. También la riqueza está vinculada a lo que es la médula del fariseísmo, creer que por los propios medios y méritos uno puede lograr el Reino.
9ª. LA RIQUEZA COMÚN DE LA COMUNIDAD ES COMPARTIR.
Esta debe ser su norma. Tiene dos ventajas principales. Una, que evita acumular y hacerse ricos. Otra, que coopera eficazmente a destruir la pobreza en cualquiera de sus formas. Marcos lo pone de manifiesto varias veces pero, principalmente, en la multiplicación de los panes y los peces. Lo poco de muchos compartido remedia el hambre de todos suficientemente. Es cierto que Jesús dijo a los suyos que pobres los tendrían siempre con ellos, y algunos han querido sacar de aquí que la pobreza no tiene remedio. Pero Jesús no se refería a esto sino a que, siendo su comunidad pobre, a ella accederían siempre los pobres porque se encontrarían como en su propia casa, y que ésta compartiría siempre con ellos lo que tuviese, y compartiendo llega para todos.
La forma hoy más evidente de que una persona o una comunidad es seguidora de Jesús, es porque su amor se traduce en compartir con quien menos tiene, alzando de la basura al pobre y luchando por la igualdad en este mundo
10ª. EN LA COMUNIDAD, EL SERVICIO NOS HACE A TODOS ÚLTIMOS PARA SER TODOS PRIMEROS.
Si hay algo sobresaliente en el Evangelio que Marcos nos ha transmitido es, sin discusión alguna, el uso de la categoría “servicio” como la concreción del verdadero amor a los demás. La razón es bien sencilla, no solo porque Jesús se definió a sí mismo como servidor y así lo mostró hasta dar la vida en su servicio al hombre, sino también porque es la verificación del amor. Hasta que éste no se traduce en servicio, no es un amor verificado. Se queda en un sentimiento inoperante, en un buen deseo, en una emoción pasajera... pero el “amado” o “los amados” se quedan en su necesidad o su hambre. El amor que se les tiene no es efectivo, no cumple aquello que se desea o se siente. Por eso es el servicio, como verificación de amor, que nos debemos todos, el que nos coloca intencionadamente buscado, en el último lugar. La comunidad cristiana es una comunidad que, por el servicio desinteresado a todos, se hace una comunidad de últimos si quieren llegar a ser primeros. Un cristiano es el servidor de todos.

XX.- No se puede seguir a Jesús estando ciego


Llegaron a Jericó; al salir de la ciudad con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado a la vera del camino. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
— Jesús, hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara, pero él gritaba mucho más:
— Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
— Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
— Ánimo, levántate que te llama.
Echó a un lado el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
—¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
— Maestro, que vea otra vez.
Jesús le dijo:
— Anda tu fe te ha curado.
Al momento recobró la vista y lo siguió por el camino.
La ceguera no permite encontrar el verdadero camino, ni tampoco seguirlo. Aquí termina la instrucción que nos presenta el evangelista y que comenzó también con la curación de otro ciego. Nos lo presenta al borde del camino, el lugar en que cae la semilla, en la parábola del sembrador, y que carece de raíces y se la comen los pájaros.
El ciego llama a Jesús Hijo de David, donde se centraba la imagen del mesías dominador, investido de poder y fuerza, glorioso y triunfador. La ceguera es presentada así como la incomprensión del verdadero mesianismo que representa Jesús y es impedimento serio para poder seguirle.
El ciego llama a Jesús “nazareno” es decir, como perteneciente a un sector de población que era considerado como fuertemente nacionalista. Si comparamos todo esto con las actitudes e ideas de los discípulos de Jesús, parece claro que el ciego Bartimeo es utilizado por Marcos como símbolo e imagen de los discípulos, pues pone en él lo que a lo largo de toda la instrucción nos ha presentado de estos, es su misma mentalidad que Jesús ataca para mostrar lo que no cabe en su comunidad y es un obstáculo serio para el seguimiento. Esa ceguera mantiene al ciego al borde del camino pues le impide el seguimiento. Esa mentalidad y esa situación impiden al ciego sumarse a la comunidad de verdaderos seguidores manteniéndolo al borde.
¿Qué ha visto Jesús en sus discípulos a lo largo de toda su instrucción? A pesar de sus esfuerzos por cambiar la mentalidad en sus discípulos, lo cierto es que no solo no ha sido un éxito sino que, ateniéndonos a la narración, ha sido un completo fracaso. Han puesto de manifiesto su actitud contraria a lo que Jesús les ha ido mostrando y que, ya próxima la entrada en Jerusalén, Marcos la coloca a continuación, se pone de manifiesto en este episodio donde la imagen del ciego es representación de los discípulos y de su mentalidad.
Muchos lo increpaban para que se callase. ¿Quiénes son estos? Los que representan al verdadero discipulado, sus seguidores que son fieles a su persona y lo siguen en su verdadero mesianismo. Por eso increpan al ciego, verbo que el evangelista suele emplear contra los endemoniados. Lo increpan porque no ven en Jesús al verdadero Mesías Hijo de Dios, sino al mesías poderoso Hijo de David y seguido generalmente por los nazarenos.
Jesús les dice que lo llamen; ellos le obedecen y lo cumplen alegrándose al hacerlo. Son seguidores fieles que ven en el interés de Jesús por llamarlo la invitación al seguimiento, sumándose a la comunidad, y animan al ciego-mendigo a que acuda a Jesús para que remedie su ceguera. Es el anuncio de la comunidad de Jesús y la invitación al seguimiento que esta hace en su nombre.
El encuentro con el Señor es revelador de quién es y de su verdadero mesianismo. Ya no es el Hijo de David, se dirige a Él llamándole Rabbuni que es nombre reservado a Dios. El que le llama es el Hijo de Dios, esa es su identidad y la curación de la ceguera manifiesta su mesianismo. Previamente el ciego se ha levantado, ha dejado la orilla del camino, ha soltado el manto, ha dado un salto y se ha acercado a Jesús. Marcos ha dicho con cuatro palabras todo el contenido del verdadero seguimiento y las señas de la pertenencia a la comunidad de Jesús... Primero, levantarse, pues de un seguidor no es vivir postrado. Dejar la orilla del camino, donde la semilla no puede prosperar y se la comen los pájaros. Suelta el manto que es toda su pertenencia, equivalente al “dejarlo todo”. Ha dado un salto, es el salto de la fe que, no teniendo ya nada a lo que agarrarse, se dirige y aferra a quién le sana, le plenifica y le da la máxima esperanza. Anda tu fe te ha salvado quedando incorporado a la comunidad de los seguidores siguiendo a Jesús por el camino, no sentado en el borde.
No se puede seguir al Señor con este cúmulo de limitaciones consentidas que son la revelación palpable de la ceguera. Esta tiene cura en la auténtica comunidad.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/2015/03/epilogo-lineas-principales.html

XIX.- El centro de la instrucción a la comunidad es el servicio


Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús los reunió y les dijo:
— Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen, pero no ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que quiera subir, sea servidor vuestro, y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos, porque tampoco este Hombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.
La metedura de pata de los dos hermanos, dejándose llevar de su ambición, provoca la indignación de los demás. ¿Por qué? No es porque su comportamiento les haya parecido injusto para con Jesús después de haberles mostrado con todo lujo de detalles lo que le va a suceder en Jerusalén. No. Tampoco es porque comprendan que entre ellos —la comunidad de Jesús— no caben las ambiciones personales. No. Es porque tienen la misma mentalidad y, lógicamente, las mismas ideas sobre lo que va a suceder en Jerusalén. Esta es la razón de su indignación.
Claro está que los anuncios de la pasión, muerte y resurrección, hecho por Jesús a los suyos, han sido un rotundo fracaso. Lo de los dos hermanos lo pone de manifiesto y la reacción de los indignados lo confirma. Esto provoca que Jesús vuelva a la carga contra la mentalidad de los discípulos y el mesianismo que conciben y plásticamente les presente cuál es la auténtica mentalidad que nace del verdadero mesianismo, que es el que Él representa.
Les pone unos ejemplos contundentes. Aquí, en este mundo, los que tienen la mentalidad de los discípulos, los que ejercen el poder tiranizan a sus pueblos y los que se creen grandes los oprimen; los demás son el ámbito donde se ejerce el dominio, quedan reducidos a instrumentos, a cosa, sin reconocerles su dignidad de personas ni el ejercicio de su libertad. Los jefes y los grandes han perdido la conciencia de por qué lo son y para qué pues el ejercicio del poder los ha instalado en la corrupción. De aquí el dicho “el poder corrompe siempre y, si es absoluto, corrompe absolutamente”. Y corrompen a la sociedad, las comunidades y los individuos desposeídos de su libertad al ser tiránicamente sometidos.
Esto no puede vivirse así en la comunidad cristiana. Por eso en ella no hay poder porque no hay grandes y jefes que dominen. En la sociedad civil según donde reside el poder así se clasifican los estados con sus características. Serán monarquías, repúblicas, democracias o dictaduras. Donde reside el poder califica al estado. En la comunidad cristiana ¿dónde reside el poder? ¿En el papa o los obispos? ¿en el Vaticano y las congregaciones romanas o en las diócesis y parroquias? No. El poder reside en nuestro Señor Jesucristo porque es Él el único Señor y, además, el único que sabe serlo. Pero ¿cómo es su poder y cómo lo ejerce? Por el amor y este, para serlo de verdad, se verifica por el servicio. Lo expresó claramente: no ha venido para que le sirvan sino para servir. Éste es el camino de la comunidad. Los jefes y los grandes no son camino, no será así entre vosotros. En ella quien quiera ser primero tiene que hacerse último y esto solo se logra amando y sirviendo desinteresadamente a los demás y no tiene otro límite que, identificados con Él, estar dispuestos en este servicio hasta entregar la vida. Su forma de entender el poder y de ejercerlo no tiene ningún parecido a como es ejercido por los jefes y grandes de este mundo.
Jesús ataca las ideas de los discípulos sobre el mesianismo, en el que pretenden ubicar, un mesianismo autoritario y jerárquico. La comunidad que Él pretende es una comunidad donde el dominio del hombre por el hombre no exista porque en ella todos son considerados iguales, donde el amor se muestre en el servicio mutuo y toda ella volcada en la acción a favor de todos los oprimidos. Es un servicio que nace del amor y es quien lo verifica. Un amor que no sirve, es embustero.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/2015/03/xx-no-se-puede-seguir-jesus-estando.html

XVIII.- En la comunidad no caben los ambiciosos


Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
— Maestro, querríamos que hicieras lo que te vamos a pedir.
Les preguntó Él:
— Qué queréis que haga por vosotros?
Contestaron:
— Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda el día de tu gloria.
Jesús les replicó:
— No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de pasar el trago que voy a pasar yo o de sumergiros en las aguas en que me voy a sumergir yo?
Le contestaron:
— Sí, lo somos.
Jesús les dijo:
— El trago que voy a pasar yo lo pasaréis, y en las aguas en que me voy a sumergir yo, os sumergiréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, está ya reservado.
Nada más hacer por tercera vez el anuncio de su pasión, muerte y resurrección, dice el evangelista que se le acercaron los hijos de Zebedeo haciéndole a Jesús esta petición. Son dos hermanos que ya en otras ocasiones han mostrado su carácter intransigente, por eso Jesús les puso el mote de Boanerges —hijos del trueno— y se han significado en la comunidad iniciada por Jesús por ser de los más fanáticos entre los discípulos. Dan casi una orden a Jesús: “concédenos sentarnos”... Aunque le llaman maestro no andan con delicadezas pidiendo “por favor” o “si es posible”. No. Quieren que se les haga el favor y, además, quieren asegurárselo antes de hacer la petición. Luego la hacen. Quieren los primeros puestos: sentarse en su gloria uno a la derecha y el otro a la izquierda.
La clave de la petición está en la palabra gloria. ¿Qué entienden ellos por gloria? ¿Se refieren al cielo? Ni mucho menos. Está en línea con su mentalidad. Están a las puertas de Jerusalén y piensan que Jesús establecerá allí su reino, que ellos entienden como un reino más de este mundo, donde hay desigualdades provocadas por las ambiciones de unos y de otros y el ejercicio del dominio de éstos sobre aquéllos. Ellos quieren los primeros puestos en ese reino, tener los máximos poderes para dominar a los demás.
Jesús ha tenido que preguntarles qué es lo que desean, porque ellos, en principio, no se lo han dicho. Jesús les dice que no saben lo que piden. ¿Qué es lo que no saben? Pues que no tienen ni idea de cuál y cómo es el reino que en Jesús se establece y, como antes no han entendido, en la instrucción que les ha venido haciendo, porque para ser primeros hay que hacerse últimos, y no para el dominio sino, como a continuación dirá, esto solo se logra mediante el servicio desinteresado. Los primeros puestos aquí están reservados por el Padre, no para los que ambicionan más, sino para los que sirven más y mejor y esto el único que puede calibrarlo es el Padre, que es quien conoce el interior de cada uno y la calidad de su servicio. No depende ni de ambiciones personales ni de grupo.
A continuación Jesús les hace una pregunta: ¿seréis capaces de beber el cáliz que yo he de beber y de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Jesús hace referencia a su muerte. La respuesta de los dos es tajante: “podemos”. Pero ¿a qué se refiere Jesús y que entienden ellos? Está claro que Jesús se esta refiriendo a su pasión y su muerte, el “podemos” de ellos hace referencia a esto? También está claro que no. Está en relación con su deseo de alcanzar la gloria que Jesús alcance cuando establezca el reino que ellos esperan y que no coincide ni con la gloria ni con el Reino que Jesús establecerá. El “podemos” expresa la voluntad, el estar dispuestos para conseguir la gloria y el reino mundano que piensan que Jesús establecerá cuando llegue a Jerusalén. Ellos están dispuestos a sacrificarlo todo ante las dificultades que se presentarán antes de conseguir el triunfo final.
La respuesta de Jesús al “podemos” es clara. Beberán el cáliz y se bautizarán con su bautismo pero no en lo que ellos piensan ni como ellos piensan, sino en como lo hará Jesús y como también lo tendrán que hacer sus verdaderos seguidores. Ellos pasarán por esa misma prueba y vivirán todos los sacrificios que comporta seguir a Jesús hasta que Dios establezca su Reino. De hecho Santiago será el primero de los apóstoles que entregará su vida en el seguimiento. El “podemos” cambiará de signo, de una búsqueda nacida de la ambición humana se convertirá, contada la energía de su carácter, en una entrega sin condiciones al establecimiento del Reino en el seguimiento del Señor muerto y resucitado.
La lección a la comunidad es clara. En ella sobran las ambiciones que crean desigualdades y chocan con la fraternidad que crea siempre el servicio desinteresado. En ella no hay ni mandamases ni mandamenos, el poder —ejercicio del dominio— lo tiene Nuestro Señor Jesucristo, que nace de su amor y su forma de ejercerlo ha sido y es mediante el servicio.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/2015/03/xix-el-centro-de-la-instruccion-la.html

XVII.- ¿Subir a Jerusalén será para presencializar a un Mesías Triunfante?


Iban subiendo camino de Jerusalén y Jesús les llevaba la delantera: los discípulos no salían de su asombro, y los que seguían iban con miedo. Él se llevó otra vez aparte a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder:
— Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y este Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y letrados; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos, se burlarán de Él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, pero a los tres días resucitará.
Es la tercera vez que Jesús anuncia su muerte y resurrección. Marcos lo ha situado en la subida a Jerusalén. Es allí donde se va a dilucidar de qué parte está la razón. Si del mesianismo que sostiene Jesús o del que sostienen los discípulos y la mayoría de la gente. Jesús ha venido impartiendo toda esta instrucción a su comunidad por el camino y subida a la ciudad que mata a los profetas, centro de la religiosidad del pueblo y centro del poder religioso y político de la institución judía.
Marcos señala dos grupos definidos en el seguimiento de Jesús. Dice expresamente que Jesús iba delante, por tanto, durante toda su instrucción se está refiriendo al seguimiento. Son seguidores, que lo siguen, sí, pero sorprendidos y con miedo. Con ellos van también los Doce y es a ellos a quienes hace el tercer anuncio de su muerte y resurrección tomándolos aparte. Es entonces cuando hace el anuncio, antes no.
¿Quiénes son los que están sorprendidos y tienen miedo?, ¿y por qué? Pues son los Doce y demás seguidores, porque Jesús ha hecho anteriormente dos anuncios de lo que le va a pasar en Jerusalén y conocen también el odio que los dirigentes de la institución judía le tienen. Subir a Jerusalén era la certeza de que el conflicto iba a ser seguro... Sosteniendo un mesianismo terreno el enfrentamiento entrañaba, incluso, el uso de las armas; por eso la subida incluía la sorpresa y el miedo.
Es por este motivo que Jesús quiere quitarles de la cabeza a los más influidos por ese tipo de mesianismo —que son los Doce— la idea de que en Jerusalén, Jesús como mesías triunfal va a lograr ese mesianismo. No lo ha logrado hasta ahora en todas las intervenciones hechas ante ellos. Tampoco lo conseguirá ahora, como se verá a continuación después del anuncio. Lo cual pone de manifiesto la dificultad que existe para cambiar una mentalidad. Está tan arraigada en la persona que la condiciona totalmente. Jesús no lo comparte pero lo comprende, de aquí la paciencia infinita que viene mostrando con sus discípulos. Otros seguidores, que no han estado condicionados por la mentalidad creada por los seguidores del régimen, se encuentran más libres para seguir a Jesús y su forma de ser Mesías. Quizá se refiera a estos al distinguirlos de los discípulos y decir que “los que seguían iban con miedo”. Los discípulos no salían de su asombro pero estos sienten miedo porque no tienen su mentalidad y creen en lo que Jesús está diciendo.
En este tercer anuncio de su pasión, muerte y resurrección una cosa que resalta es la cantidad de detalles que incluye en el anuncio. Las otras dos veces que ha hecho el anuncio ha sido muy parco, prácticamente se ha reducido a hacer el anuncio sin más detalles. En ambos no le entendieron y les daba miedo preguntarle ¿por qué ahora lo hace con ese lujo de detalles? La razón posiblemente sea porque quiere convencerles, quiere llegar a esa mentalidad e impresionarla para que la cambien. Si no lo hacen no podrán seguir detrás de Él porque el único camino para resucitar es morir: si no se muere no se resucita. Al dar tanto detalle sobre cómo va a dar la vida de una forma tan atroz, está mostrando que la elección que el Padre ha hecho sobre Él es precisamente para lograr la salvación de los hombres, identificándose con ellos hasta en la máxima pérdida. Solamente identificándose de esta manera con ellos podrá rescatarlos de la muerte, el sufrimiento y el dolor. Por ello no será un mesías de triunfo y gloria como ellos —los discípulos— lo entienden, si será como el “siervo de Yahveh”, un mesías sufriente que dará la vida entregándose al sacrificio hasta las últimas consecuencias, precisamente para liquidar todo sacrificio.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/2015/03/xviii-en-la-comunidad-no-caben-los.html

XVI.- Todos últimos para ser todos primeros


Pedro se puso a decirle:
— Pues mira, nosotros ya lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
Jesús declaró:
— Os lo aseguro. No hay ninguno que haya dejado casa o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por la Buena Noticia, que no reciba en este tiempo cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura vida eterna. Pero todos, aunque, serán últimos, y esos últimos serán primeros.
Después de la escena del hombre rico, en el mismo capítulo, continúa la narración con los versículos ya vistos de la dificultad que van a tener los ricos para salvarse de cómo los discípulos se espantan ya que piensan que la riqueza es necesaria para la subsistencia y mantenimiento de sus personas y de la comunidad. Es a continuación cuando interviene Pedro y Jesús contesta con el texto presente.
Pedro, sin renunciar a su mentalidad, le recuerda a Jesús que ellos lo han dejado todo y le han seguido. Es como si le dijera: si hemos hecho lo que el hombre rico no ha sido capaz de hacer ¿qué es lo que nos va a tocar en el Reino? Jesús le responde que aquí, en este tiempo, recibirán mucho más que aquello a lo que renuncian, y concluye el texto con una frase que ha tenido muchas traducciones. La más común es “muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros”. ¿Cuál es el contenido de dicha frase?
La oferta que Jesús hace a aquellos que son miembros de su comunidad no es que se peleen para ser primeros sino justamente lo contrario, que sean últimos, que se empeñen en ser últimos. Desde el principio de esta instrucción, y también antes, Jesús viene insistiendo y, como veremos, insistirá aún más, en que los suyos han de ser servidores dentro de una igualdad solidaria. Del servidor es servir, no es esperar que otros le sirvan a él. Su servicio no le coloca en el primer lugar, sino en el último. Entonces, lo que Él ha querido es que sus discípulos formen una comunidad de servidores, por lo tanto de últimos. Según el dicho, habrá muchos últimos que serán primeros. En la comunidad de Jesús todos serán primeros porque todos son últimos. Habrá primeros que serán últimos, pero no en la comunidad de Jesús porque todos son últimos que es condición para ser primero. Aquí no hay privilegiados a los que Dios les haya ofrecido u otorgado los primeros puestos. Aquí, a todos a los que Dios llama al seguimiento en la comunidad lo que les ofrece es lo que la comunidad es —ser servidora— consiguientemente, la igualdad en el servicio.
En la comunidad de Jesús no hay unos elegidos para mandar. No es que no haya autoridad ni que no haya quien la ejerza. No. Lo que pretende Jesús es que esa autoridad no sea el ejercicio del dominio sobre los demás, que es la definición del poder. La única forma de evitarlo es concibiendo y ejerciendo la autoridad como un auténtico servicio. Y a esto se llega cuando se valora a las personas por lo que son, no por lo que tienen. Lo que está en el fondo de esta exigencia de Jesús es el valor absoluto de la persona.
Concebida así la autoridad, como un auténtico servicio a la comunidad, quedan excluidos de ella los mecenazgos. Estos suelen aportar bienes a la comunidad para la subsistencia y el cumplimiento de su misión pero, buscándolo intencionadamente o no, crean dependencia. La comunidad no puede someterse, si quiere ser libre, a ninguna dependencia aunque pueda parecer inocentemente independiente. Nos son muy conocidos muchos sometimientos fácticos a mecenas que aparentemente no buscaban otra cosa que el bien de la comunidad. Muchas veces la dádiva se ha convertido en precio. Lo que Jesús busca en sus seguidores es que no dependan de ningún bondadoso señor sino de la labor solidaria común de quienes componen la comunidad, lo cual se logra por el servicio desinteresado de todos para todos convirtiéndose en últimos para poder ser primeros.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

http://manuelmanzano.blogspot.com.es/2015/03/xvii-subir-jerusalen-sera-para.html