domingo, 13 de enero de 2013

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN 9: Algunas conclusiones operativas

Después de todo lo dicho hasta aquí, y que trataba de concienciarnos sobre la necesidad de embarcarnos en un proceso serio de evangelización en la situación presente, en toda su hondura, y con todas sus condiciones, creemos que no podemos concluir sin señalar unas líneas operativas contando con nuestra realidad.
1. Debe haber un proyecto global a largo plazo, que plantee de fondo e indique plazos a seguir, en nuestras diócesis para hacer confluir toda la pastoral hacia la Evangelización.
2. Éste proyecto y los planes que lo concreten debe ser elaborado, discernido, asumido y revisado por todos los diocesanos.
3. Dicho proyecto lo comprendemos en tres fases muy definidas:
1ª) fase de concienciación y estimulo centrada en el anuncio y eminentemente cristocéntrica. Descubrimiento del Hombre Nuevo.
2ª) fase de profundización eminentemente catecumenal, centrada en el hombre nuevo situado en su realidad: familia, trabajo, dinero, sexualidad, política, etc. Realización del mismo en sus relaciones.
3ª) fase de construcción de la comunidad, centrada en la Iglesia y su realización en la comunidad concreta. Realización de una comunidad parroquial concreta.
4. La finalidad del proyecto no es sola ni principalmente lograr la conversión individual, sino la creación de comunidades parroquiales con personas convertidas, hasta lograr que en cada parroquia haya una comunidad que asuma la evangelización de su lugar.
5. Si lo que debe intentar el plan es fomentar la creación de auténticas comunidades cristianas, lógicamente, las tres fases han de llevarse a cabo comunitariamente, y por personas que tengan una buena experiencia comunitaria en parroquias.
6. Queremos que se comprenda que debemos trabajar el largo el plazo pues es capaz de estructurar la realidad. El corto plazo nos llevaría solo a poner parches. Dicho esto, creemos que un plan así podría ir logrando una evangelización seria, que responda a o que a lo largo del escrito se ha dicho: que en el hombre de hoy ocurra lo que aconteció en los que oyeron, vieron, y palparon al Verbo de Vida.

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