SU REALIZACIÓN SACRAMENTAL
21. Toda esta maravillosa grandeza del Misterio
Pascual se convertiría en una cruel tortura, si quedara fuera de nosotros sin
poderla participar, o si su conocimiento y vivencia dependieran exclusivamente
de los esfuerzos de nuestra débil voluntad. Es esta otra de las maravillas del
amor del Padre, fruto de la Pascua del Señor, confiada a su Iglesia: que la
Muerte y la Resurrección de su Hijo no sólo nos alcancen externamente
aplicándonos sus méritos y satisfacción, sino que seamos introducidos en su
dinamismo de modo que hoy esa Muerte y esa Resurrección se realicen en
nosotros. “Por los sacramentos de la Iniciación Cristiana, los hombres libres
del poder de las tinieblas, muertos, sepultados y resucitados con Cristo, reciben
el Espíritu de los hijos de adopción y celebran con todo el Pueblo de Dios el
Memorial de la Muerte y Resurrección del Señor" (Ad Gentes 14).
22. “El Bautismo, puerta de la vida y del
reino, es el primer sacramento de la nueva ley, que Cristo propuso a todos para
que tuvieran la vida eterna (Jn. 3, 5) y que después confió a su Iglesia
juntamente con su Evangelio, cuando mandó a los apóstoles: “id y haced
discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo” (Mt. 28, 19). (R.B.N.3). Él es como el código genético de
la vida cristiana, su ontología y fundamento, que tenderá a desarrollarse hasta
su total plenitud, marcando una tarea que se profundizará en la Confirmación y
se plenificará en la Eucaristía. Él sienta las bases, pone la semilla o el
germen que irá desenvolviéndose a lo largo de nuestro vivir.
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