martes, 22 de marzo de 2011

2.I. Comenzamos con un cántico


(APUNTES SOBRE LA CELEBRACIÓN DE LA MISA) 

SEGUNDA PARTE

Siguiendo la celebración de la Misa queremos resaltar algunas cosas que, aunque sean muy sabidas, creemos importante manifestar. No se trata, por tanto, de una exposición sistemática de lo que la Misa es, ni siquiera una explicación completa de cada parte de la misma. Tampoco un tratado espiritual. Es refrescar cosas sobre ella unas veces para rescatarlas de la rutina, otras para que no pierdan su hondura en la vivencia que de ella debemos tener. Lo iremos haciendo siguiendo el orden de su celebración.

I.- Comenzamos con un cántico

Cuando vamos a la celebración eucarística todos los creyentes nos sabemos reunidos en una misma fe, por un solo bautismo (Ef. 4, 5-6), convocados por el mismo Espíritu en una misma Iglesia. Pero venimos desde la individualidad de nuestras personas y de nuestras familias, unidos en una realidad que no es visible fuera. Al comenzar la celebración de la Misa utilizamos un canto, no sólo ni principalmente porque hace bonito o da solemnidad a lo que hacemos, sino para hacer visible nuestra unidad y nuestra identidad. Desde ese momento nos constituimos en asamblea celebrante. Exteriorizamos lo que somos y lo que nos identifica. Vamos a hacer Memoria de Jesucristo muerto y resucitado. En ella estamos todos unidos y es ella la que nos identifica como Cuerpo suyo que somos.

Pero no vale cualquier canto. La importancia de lo que vamos a hacer demanda una calidad que debe manifestarse en su música y en su letra; que aquella responda a ésta y ésta le de toda su hondura a aquella, que de verdad manifieste la unidad de todos, que responda a las vivencias de la comunidad que celebra, a la situación concreta que va a crear la celebración, a lo que nos va a comunicar la Palabra. Cuando estas cosas se tienen en cuenta, se crea en la comunidad reunida una disposición que le permite adentrarse en la celebración con un espíritu de participación y vivencia de lo que comienza a celebrarse.

Por todo esto apuntamos algunas deficiencias que observamos y que han venido a ser frecuentes en las celebraciones.

1.- La rutina en el canto

Cuando una comunidad no puede cantar con dignidad, porque o no reúne el número suficiente de personas, o porque desconoce determinados cantos... etc. es preferible suprimir el canto, no sólo en la entrada sino en toda la celebración. Siempre se ha dicho que es preferible una buena lectura a un mal canto. Entonces el canto no cumple su función y se hace no sólo innecesario sino indeseable. Sin embargo, lo que vemos muchas veces, más de las que desearíamos, es que parece como una consigna en algunas celebraciones que hay que cantar. Aunque no se sepan bien las canciones, ni sean las más apropiadas para esa celebración, da igual, el caso es cantar pegue o no. ¿Resultado? Que casi siempre son los mismos cantos en todas las celebraciones. Al no tener casi siempre ninguna monición que lo introduzca, que centre la atención de los oyentes en lo que se quiere cantar, que exprese su finalidad, etc., no es de extrañar la rutina y, también la corrupción de la música, el ritmo y, a veces, hasta de la misma letra. Uno se pregunta inevitablemente ¿estas personas para qué cantan o a quién cantan?.

2.- Cuando la asamblea es sustituida por el coro

Es bueno tener un grupo o coro que eduque, anime las celebraciones, enseñe los cantos adecuados a la comunidad que celebra. No se puede negar en absoluto ni el valor ni la utilidad del mismo. Mucho más si domina con órgano o instrumentos acompañando el ritmo adecuado y curando deficiencias. Pero de ahí a lo que se ha generalizado va un abismo. Unas veces son grupos de jóvenes con afición musical y dominio sobre todo de guitarras. Cuando cantan lo hacen con unos ritmos y con unos tonos imposible de ser seguidos por la asamblea reunida. Si a esto se añade que los cantos muchas veces sólo ellos los saben pues sólo ensayan entre ellos, el resultado es que solamente cantan ellos, los demás escuchan. Otras veces son coros especializados en funciones litúrgicas que cantan lo mismo una misa flamenca, que hispano americana o africana o... que están muy bien en sus ámbitos pero no en el que se desenvuelven estas comunidades concretas. También sólo cantan ellos, el coro sustituye a la asamblea. Ahora también se ha introducido la moda de que, cuando no hay coro, éste se sustituye con grabaciones por la megafonía, la asamblea ni canta ni hace suyo lo grabado, está como en un concierto aunque falte el aplauso final.

3.- Cuando tono y ritmo imposibilitan el canto

Esto sucede con canciones que son conocidas. Pero ocurre muy frecuentemente con coros juveniles en los que suelen dominar las guitarras. No hay forma de seguir su ritmo pues no respetan los tiempos de pausa, ni permiten la respiración para coger aire. Ni se lleva el compás desfigurando las canciones que el autor las hizo de esa manera, cuando son buenas, para expresar una súplica, o una alabanza, o una acción de gracias y, que no respetando la partitura, desfigura completamente el sentido de la canción. Para ellos parece que todo es igual, lo importante es el ritmo, como si una súplica hecha a Dios pudiera aturdirle los oídos a base de aporrear tambores y guitarras y, además, con prisa, con mucha prisa, porque es el ritmo quién manda. Otras veces es el tono el que, unido al ritmo, impide el canto por todos. Generalmente en estos coros se impone el falsete, lo que permite coger tonos altísimos. Pero una asamblea, sobre todo si es numerosa como suele acontecer los domingos, ni sabe cantar así ni puede hacerlo. Canta de una forma natural donde la parte principal la pone el pecho y la garganta no la nariz que es más propia para el falsete. Si toda la asamblea cantara así sería, además, horrible pues parecería más un coro de gatos maullando. Es también lo que hemos observado en algunas comunidades religiosas.

Todo esto plantea muchas cuestiones pero hay una que creemos fundamental. Es la necesidad de una iniciación cristiana en cada comunidad concreta. El iniciado, lo mismo que aprende una doctrina, celebra unos sacramentos, adquiere un estilo de vida, etc. entre otras cosas que tiene su comunidad, también debe iniciarse en aquellos medios que esta tiene para vivir, celebrar y transmitir su fe cristiana. ¿Cómo exigirle participación si desconoce los medios para hacerla efectiva? Entre estos el canto es un medio importante para lograrlo, para sentir la unidad con todos, las vivencias de alegría o tristeza de su comunidad, para vivir sus celebraciones

No hay comentarios: