lunes, 17 de enero de 2011

7ª Pregunta: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy samaritana?

Tengo que hacerle una pregunta, Señor Jesucristo (7)

1º.- Quién la hace y por qué

Es una mujer de una aldea de Samaría. Al no dar de ella nombre alguno, por lo que dice en la conversación y por su desenlace, es claro que el evangelista la utiliza como figura de la misma Samaría. Representa a este pueblo donde no se daba culto al Dios verdadero; en este sentido vive un adulterio, como señaló el profeta Oseas que era profeta de esta tierra (Os. 1,2). Al ser conquistada, la mayor parte de la población fue desterrada y reemplazada por colonos asirios. Estos intro­dujeron sus costumbres, sus divinidades y ritos, llegando a un sincre­tis­mo religioso nunca reconocido por los judíos. Eran una raza impura, mezclada, con una religión infiel al Dios de Israel y en luchas frecuentes con los israelitas. Antes de la invasión tenían una raza, una historia y una religión común con ellos, de lo que quedaban muchos restos. Por ejem­plo la historia de Jacob de quien se llaman descendientes pero eran despreciados por los judíos, dada la historia posterior y la situación que vivían.

La pregunta la causa la petición de Jesús: dame de beber. Había varias razones que explican esta extrañeza en la mujer. En primer término la enemistad secular entre samaritanos y judíos por las razones ya expuestas y que Juan resume añadiendo la razón a continuación de la pregunta: "porque los judíos y los samaritanos no nos tratamos "(4,9). Otra causa de su extrañeza está en la relación hombre-mujer a solas y mucho más siendo desconocidos. El simple hecho de estar a solas junto al pozo era ya muestra de una confianza excesiva no permitida ni en Judea ni en Samaría. Y otra causa está, como muestra la misma pregunta, en el complejo de inferioridad que sentían los samaritanos respecto de los judíos porque se sabían una raza impura. Aunque habían tenido un tronco y una historia común, en ellos la religión se había pervertido y la raza se había mezclado. Este sentimiento de inferioridad lo llevaba siempre consigo el samaritano y les era recordado siempre por los judíos haciéndoles objeto de su desprecio.

2º.- Qué revela y provoca

Manifiesta claramente el trasfondo político-religioso entre quienes se consideraban adversarios, pues muchas veces se habían no sólo enemistado sino agredido. Pero, aún así, revela una fidelidad que permanece, a la tradición anterior a la separación, a lo que tienen de común con los judíos. Llaman a Jacob su padre, conservan su pozo y le dan un valor extraordinario.

Pero lo que revela la situación y la extrañeza de la mujer es la actitud de Jesús que rompe todas las barreras existentes. Así, siendo judío, clase y raza superior según se estiman ellos, se abaja -amparándose en la co­mún necesidad humana de tener sed- poniéndose por debajo del odiado adversario pidiéndole que sea solidario con él. Esto rompe todos los complejos, el de inferioridad de los samaritanos y el de superioridad de los judíos. Otra ruptura que provoca es la relación hombre-mujer. En aquella cultura la mujer era considerada un ser inferior respecto del varón. Jesús, con su petición rompe las consideraciones sociales existentes y reconoce la dignidad de la mujer, elevándola a su verdadera categoría al igualarse mostrándole su necesidad y la conveniencia de ser socorrido.

También la pregunta nos muestra a un Jesús necesitado. Él, aunque es el Hijo de Dios, como verdadero hombre que es, tiene todos los defectos comunes de la naturaleza humana, como son la sed, el hambre, el cansancio, las preocupaciones, etc. Y necesita ser socorrido. Así nos lo muestra la escena, aunque el evangelista antepone -como muestra el desarrollo de la misma- la actitud de dar lo que Él tiene al recibir ayuda en su necesidad.

Todo lo cual provoca, por un lado, la curiosidad de la mujer al mismo tiempo que la defensa de su condición y de sus tradiciones, lo que permitirá a Jesús aclararle sus dudas e irla llevando hasta el reconocimiento de su identidad mesiánica. Por otro lado, muestra la misión de Jesús en Samaría, la infiel adúltera que ha tenido ya cinco maridos, pero que acoge a Jesús mientras que los suyos judíos y Jerusalén le rechazan. Acogida que le retiene allí con los samaritanos vecinos de la mujer y convencidos por ella, durante varios días cuando sólo iba de paso.

3º.- La respuesta de Jesús

La respuesta de Jesús es intencionadamente sugerente. Trata de llevar a la mujer -Samaría- hasta el conocimiento del Dios verdadero, del culto que admite y de su enviado que es Él. Por eso no responde directamente a la pregunta de la mujer que es reflejo de su enemistad con los judíos."Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber le pedirlas tú a él y te darla agua viva"( 4,10). Es la respuesta que, por descontado, la mujer no entiende, pero la intrigará para que siga en la conversación preguntando y dando ocasión a Jesús para llevarla a donde Él quiere que llegue.

Le habla de un misterioso don de Dios. No le dice "un" don de Dios sino "el" don de Dios, con lo que el evangelista está mostrando que se refiere a Jesús mismo. Si la mujer -Samaría- le conociera, sería ella la que le pediría a Él. Pero, para esto, tiene que conocer antes “quién” es el que le está pidiendo de beber. Jesús no lo mostrará hasta el final de la conversación, cuando la haya ido llevando al conocimiento del don de Dios. Pero tiene que superar antes sus complejos, tiene que hacer lo que Jesús ha hecho que es saltar por encima de convencionalismos, enemistades y tensiones y pedir de beber porque, aunque está próxima al pozo y tiene cubo, en realidad está sedienta. El agua que da ese pozo no quita la sed que ella siente.

Jesús, que le ha pedido de beber, le ofrece, si conoce "el" don de Dios que es Él mismo, un agua que no es la del pozo y que califica como viva. La del pozo se bebe y se vuelve a ella porque no quita definitivamente la sed. La que Él ofrece, si, "salta hasta la vida eterna" como le dirá más tarde. Es un "agua viva”. ¿A qué se está refiriendo que la mujer por el momento no capta? La respuesta está en saber quién es el que le ha pedido de beber. Es aquel del que Juan ha escrito que "hemos contemplado su gloria, gloria de Hijo único del Padre lleno de amor y de lealtad... porque de su plenitud todos nosotros recibimos ante todo un amor que responde a su amor"(1,14-16). Esto es lo que aún ignora la mujer. Cuando lo conozca entenderá que el pozo de Jacob es algo caduco que ha sido sustituido por quién, al estar lleno de amor, origina siempre vida y, al tenerlo en plenitud, la vida que otorga y comunica es siempre definitiva, necesariamente eterna. Es la fuente de la vida porque es la Vida.

4º.- Quién haría hoy esta pregunta

Todos aquellos que han establecido o mantienen enormes barreras entre los hombres por motivos diversos, políticos, geográficos, religiosos, culturales, etc. Muchas de ellas parecen insalvables. Odios ancestrales y desconfianza tan radical que impide el acercamiento y mucho más, el diálogo y la solución de las desavenencias. Todos estos preguntan siempre cuestionando cualquier acercamiento o negándose a toda muestra de solidaridad para con quién estiman enemigo. No nos llevamos.

Aunque todos somos humanos y, consiguientemente, siempre necesitados de los demás en lo que debiera ser una solidaridad común -el fenómeno de la globalización- unos se creen superiores no admitiendo otra solidaridad que la provocada por su interés y en su beneficio. Otros, al contrario, se mueven en la inferioridad no admitiendo la solidaridad de quienes estiman superiores salvo en extrema necesidad. Unos y otros harían hoy la misma pregunta que la samaritana. Unos no pidiendo el agua que necesitan, otros no dándola a quienes tienen sed.

La respuesta de Jesús tendría que escucharse hoy y verse en sus seguidores con más claridad y más contundencia. Estamos en una sociedad afectada por el pecado, por tanto con sed aunque tiene pozos con agua y cubos para sacarla. Hay sed, mucha sed camuflada tras los pozos y los cubos que obligan siempre a volver porque no pueden saciarla de una forma plena. Hay que llegar al conocimiento del don de Dios y quién es el que reclama nuestra solidaridad pidiéndonos de beber. Entonces le pediríamos el agua viva que calma definitivamente nues­tra sed. Pero, para ello, "eI" don de Dios tiene que ser mostrado para poder desear el agua que sólo Él puede dar. Hoy hay que superar muchas barreras que hemos creado entre la Iglesia de Dios y el mundo también de Dios y anunciar, con hechos y palabras, a Jesucristo única fuente de agua viva frente a tanto pozo de Jacob.


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