lunes, 17 de enero de 2011

6ª Pregunta: ¿Cómo puede suceder eso?

Tengo que hacerle una pregunta, Señor Jesucristo (6)

1º.- ¿Quién la hace y por qué?

Es el mismo de la pregunta anterior, Nicodemo y a quienes representa. La pregunta está en la misma conversación con Jesús que la anterior a la que completa y explicita permitiendo a Jesús desarrollarla más. Nicodemo es maestro de Israel, lo que vive y enseña de buena fe es que la ley es fuente de vida y, desde luego, la norma que debe orientar la vida de todo creyente israelita.

Lo que causa esta pregunta es la insistencia de Jesús en tener que "nacer de nuevo" y esto no por ninguna ley sino por el agua y el Espíritu. Jesús comprende la extrañeza de Nicodemo siendo maestro de Israel. Su pregunta muestra el estado de ánimo de éste que es de desconcierto ante lo que le dice Jesús. Él fue a ver a Jesús porque estaba convencido de que "venia de parte de Dios” y que "Dios estaba con Él" (3,2) como mostraban las obras que hacía. Pero, según va hablando Jesús, se muestra desorientado y se pone a la defensiva e incluso airado. Lo que le está diciendo no provoca su adhesión sino su escepticismo, no es lo que él y su grupo iban buscando.

2º- Qué revela y provoca

Ante todo manifiesta un desconcierto tremendo en el personaje que nos presenta Juan. Ha visto en Jesús un hombre de Dios capaz, por sus obras, de reformar a Israel en sus personas e instituciones desde el respeto y el cumplimiento de la ley, pues esto es necesario, según él, para esa reforma que se necesita. Pero, para Jesús, todo eso es “carne” y de ella sólo puede nacer carne. Este concepto que Juan coloca en boca de Jesús, expresa no una parte del hombre, sino al hombre entero considerado en su debilidad, contingencia y su imperfección. Es el hombre que no ha sido plenificado porque no se ha cumplido en él el proyecto de Dios. Pablo entiende, además, el hombre en su condición pecadora, en su fracaso existencial. De esta carne sólo puede nacer carne, es decir, algo que ni supera ni trasciende su historia débil, frustrada porque no está acabada, llegada a su plenitud. La ley está en ese plano, es carne. ¿Por qué?. Porque la ley no es ningún principio interior que comunique el dinamismo y la fuerza necesaria para realizar lo que ordena, manda y sanciona con sus preceptos. No trasciende nuestra historia débil, no supera la carne. Es más, según Pablo, ayuda a nuestro fracaso existencial (Rom7,5-6). Está fuera de nosotros y se nos impone desde fuera.

Lo que Jesús propugna es un nacimiento del Espíritu. Éste lleva consigo ese dinamismo interior -gracia,amor- que da la fuerza necesaria para trascender nuestra historia débil y llevarla a su plenitud. Asi logra realizarse el proyecto de Dios, acabar en cada hombre lo que se inició al comenzar nuestra existencia. Nacer del Espiritu trae la radical novedad de hacer hombres nuevos -ni sometidos ni reformados- que amen como Él ama.

La pregunta provoca cierta ironía en Jesús:"y tú, el maestro de Israel ¿no lo entiendes?” (3,11). Le llama "el" maestro no "un" maestro, con lo que está englobando en la figura de Nicodemo a todos los que pensaban lo mismo desde Moisés, "el maestro de Israel" por excelencia, hasta Nicodemo y su grupo. Los acusa de ignorantes, desconocen lo esencial de Dios a quién han convertido en un legislador y juez principalmente. Dios, sin embargo, es el Creador que quiere acabar su obra creadora y es el Padre, que ama por encima de todo. Ellos han pervertido la imagen de Dios y el papel que la ley cumplía originariamente en una Alianza que era de amor antes que de cualquier otra cosa.

Agranda la desorientación de Nicodemo porque lo que menos podía pensar él era que ese Hombre "que provenía de Dios y que hacia obras que Dios aprobaba", le dijera que la ley -esencial para él- era carne y sólo producía carne, consiguientemente que ni era fuente de vida ni era norma de conducta para los creyentes israelitas. Pero además, le desorienta que diga que el Mesías prometido, en quién teman que cumplirse las promesas,, triunfando sobre todos sus enemigos y cumpliendo a rajatabla la ley de Moisés, iba "ser levantado en alto",esto es crucificado. Y no menor desorientación le produce que el mensaje que trae Jesús, de parte de Dios, es el de una salvación universal -al mundo amado de Dios- fundada no en la observancia de la ley sino en el Espíritu, que sopla donde quiere (3,8) dentro y fuera de Israel.

Toda esto, que revela la conversación y la pregunta, le resultó no sólo sorprendente y chocante sino dudoso e inadmisible.

3º.- La respuesta de Jesús

Es muy clara: el nacimiento antiguo no sirve, hay que nacer de nuevo. No puede producirlo la ley porque es carne. El nacimiento nuevo es en el Espíritu. Este nacimiento es "de arriba", de quien está en lo alto, tiene que ver con un crucificado que da el Espíritu que posee en plenitud derramándolo por su costado abierto. Por eso, crucificado, da la vida, ésta es siempre fruto del amor y éste es comunicado por el Espíritu que no sólo es amor de Jesús sino el Amor que tiene en común con el Padre. Esto no se puede producir "de abajo", de la carne, es necesario nacer "de arriba".

Este nacimiento "de arriba" permite al Espíritu, que se comunica al que nace de nuevo, instalarse en el interior de quién lo vive y es, desde el interior, desde donde se vive y se propaga la vida que Él comunica. Está en el interior como la paloma en su nido. Imagen que utiliza el evangelista (1,32) aplicándolo a Jesús en su bautismo, para significar que el Espíritu está en Él como en su propia casa a la que no abandona nunca y desde siempre está originando vida. Es lo que ocurre en quién nace del Espíritu, El es la fuerza, el dinamismo que produce la identificación con Jesús en su filiación -es el Hijo- y en su misión de amar hasta dar la vida.

Por eso es la verdadera fuente de donde brota la vida. Ésta es fruto del amor, lo que está comunicando siempre en el interior de quienes han nacido de Él y lo que estos comunican, dan siempre vida porque su fuente es el Amor de quién son poseídos. Esa identificación y filiación que el amor produce en quienes han nacido de nuevo es también la norma de su conducta. No es un código con preceptos que venga a sustituir al antiguo, es la misma persona de Jesucristo la que lo ha sustituido. El es la referencia permanente, no con unas normas que se aplican desde fuera a sus seguidores sino mediante una identificación centrada en lo que Él es y en lo que Él comunica, que es el amor originario de toda vida. No es una identificación mediante señales o marcas externas, sino mediante una configuración que le permite al Padre reconocer en nosotros al Hijo y establecer con Él su relación de amor en el interior de sus seguidores: "si alguno me ama mi Padre le amará y vendremos a él y haremos en él morada”. (Jn14, 23 – 24)

4º.- Quién haría hoy esa pregunta

La harán todos los que, ante la grandeza de lo que Jesús propone, lo creen irrealizable. Quizá emprendieron el camino pero luego o lo aban­donaron o creyeron imposible seguirlo. Quizá lo vieron excesivamente grande y exigente. Quizá no lo emprendieron porque dudaron de sus capacidades para seguirlo. Ciertamente el camino que Jesús presenta es de tal grandeza y belleza que atrae y, además, no es una quimera, lo han seguido muchos en la historia a lo largo de los siglos. Esto mismo da respuesta a la pregunta ¿Cómo puede suceder eso? Es posible que este nacer de nuevo suceda porque muchos lo han realizado pero, además, porque por parte de Dios no queda. Él siempre estará ofreciendo ese nuevo nacimiento y todo lo que conlleva. Dando su Espíritu, por el costado abierto de su Hijo, está diciendo a todos los que dudan o no se creen capaces o han abandonado que es posible nacer de nuevo. Pero hay que nacer "de arriba” es justamente en la debilidad de una cruz donde Él desplegó todo su poder. Dando su Espíritu es siempre dador de vida. Apoyados en Él somos capaces de esa identificación con Jesús incluso, si es preciso, hasta dar la vida.

Esto nos lleva a otro grupo de personas que harían esta pregunta. Comprendería a todos aquellos que están instalados en lo que Pablo entendía como empecatamiento colectivo de este mundo. El hombre nace y está instalado en una atmósfera de mal, construida por la libertad errada de nuestros antecesores a lo que también nosotros colaboramos. Es lo que llamamos pecado original y pecados personales. Esto supone un fracaso existencial, el hombre ni fue creado así ni fue creado para eso. Es su fracaso, una quiebra medular de lo que él es y a lo que es llamado. Y esto es lo que viven y palpan muchos, están instalados en esa atmósfera y en esa quiebra existencial. No tienen relación alguna con Dios, que es su Creador y su Padre al que siempre, lo quieran o no, están referidos y su relación con los demás no está presidida por el amor y la vida sino por el interés, el ansia de dominio, el éxito, el consumo, etc. Es decir, están en la carne y viven en la carne. Ante la propuesta de Jesús que les llega por distintos caminos responden desde el escepticismo. No creen que pueda suceder lo que se les propone. No se aventuran a seguirlo sino que se repliegan, justificándose de mil formas, en la carne y en sus obras. No creen que pueda suceder eso.

Otros se amparan en viejas cuestiones, como la del mal, la enfermedad o la muerte etc. 0 en acontecimientos luctuosos, o en la vieja predicación para prescindir de Dios en un agnosticismo práctico porque lo ven contrario a la felicidad que buscan en este mundo. No creen posible que lo que Dios ofrece y quiere que vivamos tenga que ver con la felicidad del hombre. No creen que ese nuevo nacimiento traiga la felicidad. De hecho, si acuden alguna vez a Dios, es cuando su felicidad se ve amenazada o les acontece alguna desgracia. Pero cuando se sienten felices por algo que les sucede ni se acuerdan de Dios. Cierto que se ha abusado en la predicación haciendo presente a Dios en las desgracias hasta como causante de ellas. De aquí que se sorprendan ante la propuesta de Jesús que está fundamentada en el amor y la felicidad. En la luz y la vida. Que seamos felices y hagamos felices a los demás como querer de Dios. Ante esta propuesta que conlleva el nacer de nuevo lógicamente se preguntan un tanto desorientados ¿Cómo puede suceder eso? La afirmación, desde la propuesta y explicación de Jesús es que sí, que es posible, Él lo ha vivido y todos los que lo han seguido también. Porque lo que Dios quiere es que seamos felices, lo más felices que con su ayuda podamos, aún en lo que nos contraría, y que hagamos lo más felices posibles a quienes Él ha puesto en nuestro camino.


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