domingo, 16 de enero de 2011

1ª Pregunta: Rabbí ¿dónde vives?

Tengo que hacerle una pregunta, Señor Jesucristo (1)

1.- Quién la hace y por qué

Son dos discípulos de Juan el Bautista que se saben dentro de su misión. Él se ha presentado no como el Mesías esperado sino como el precursor. Se lo han escuchado claramente a Juan respondiendo a los enviados de Jerusalén: “yo no soy el Mesías”. Tampoco es el profeta esperado, ni Elías. Los enviados del régimen inquieren su identidad. Él les responde con una cita de Isaías: “yo soy la voz”. Sólo la voz. Detrás vendrá quién es la Palabra. A ese Juan no es quién para desatarle la correa de las sandalias. Luego ha dado testimonio ante ellos de que en el bautismo de Jesús los cielos se abrieron, descendió el Espíritu sobre Él y se escuchó la voz del Padre que lo señalaba como su Hijo. Juan ha dado testimonio ante ellos de todo esto. Sus discípulos lo saben y están comprometidos en su misma tarea –por eso son discípulos- que es prepararle el camino al que ya se ha hecho presente aunque la gente todavía no lo conoce. Pero estando ellos con Juan éste se lo presentó: “mirad el cordero de Dios”. Es entonces “al escuchar sus palabras los dos discípulos siguieron a Jesús”.


Uno de ellos “que escucharon a Juan y siguieron a Jesús era Andrés”. Del otro no se dice el nombre ni se dirá en todo el evangelio de Juan, pero sí será mostrado por el evangelista como el seguidor fiel que acompañará siempre a Jesús hasta el pié de la cruz. Al no dar nunca su nombre parece más bien que es utilizado como personaje simbólico que representa el prototipo de la comunidad fiel seguidora de Jesús.


Al decir que siguieron a Jesús “seguir” es un término técnico que indica el seguimiento del discipulado. Dejan a Juan -precursor- y su tarea -preparar el camino a Jesús- y se deciden por el seguimiento de aquel a quien el Bautista les ha señalado como el que tenía que venir y a quién él le preparaba con ellos el camino. Pero una vez que se han decidido a seguirle es Jesús quién “se volvió y al ver que lo seguían les preguntó ¿qué buscáis? Es entonces cuando ellos le hacen a Jesús la pregunta que nos ocupa: “Rabbí ¿Dónde vives?”


Al llamarle maestro -rabbí- a continuación de decir que le siguieron está indicando en primer lugar que han cambiado de maestro. Ya no es Juan, su misión ha terminado. Y, en segundo lugar indica la calidad que le reconocen a Jesús, porque no se llamaba rabbí a un simple enseñante que explica una determinada doctrina, sino a un maestro de vida a quien se sigue no sólo en la doctrina sino en la vida. De aquí que respondan a Jesús preguntándole donde vive.


Esta pregunta indica que Jesús ha tomado la iniciativa, ha querido saber claramente qué es lo que buscan. El seguimiento es algo esencial y muy serio. Indica por tanto que no se trata de una simple curiosidad superficial, como el comienzo de una conversación intrascendente, como hablar del tiempo o la salud que se tiene. No. Donde uno vive es el centro desde y donde se desarrolla su vida en todas sus dimensiones esenciales. Es donde se tienen las relaciones más personales, donde hay intimidad, donde se reúnen los íntimos, no los desconocidos sino los amigos, donde está la familia, donde la comunicación es natural y profunda.


La pregunta está ya diciendo lo que buscan. Buscan donde vive Jesús. No es un lugar concreto, una casa, un pueblo, una tierra. Es donde vive donde se realiza su persona y realiza su misión, donde tiene sus relaciones más profundas, donde está su vida que quiere ser seguida e imitada.

2º.- Lo que revela y provoca

Revela que a quién buscan es a Jesús mismo. Su persona y su misión. Lo que abarca todo su existir. Lo que Él representa y comunica. Es decir, donde Él está, donde se le conoce, se le acepta como es y se le sigue. No se trata de un conocimiento teórico ni superficial. Es una visión que se hace experiencia. Lo que Él es, es lo que comunica. Por esto sus seguidores, que viven con Él no son un edificio, una casa o unos empleados. Son una comunidad, la suya, donde Él se comunica, donde se tiene experiencia de lo que Él es y vive. No tiene espacio fijo ni tiempo fijo porque los trasciende. Es el Hijo de Dios y conduce a sus seguidores, su comunidad, hacia un estado definitivo “donde habrá un lugar para todos… donde Él irá por delante a prepararos sitio”, luego “volveré y os llevaré conmigo para que podáis estar donde voy a estar yo” (1,1-4). El es el Mesías, el ungido por Dios que va haciendo presente ya este proceso definitivo. Es esta la respuesta definitiva a la pregunta que le hacen.

Ellos experimentan una gran satisfacción: “hemos encontrado al Mesías”. Es decir, les ha satisfecho la vida de Jesús. Conocerle y seguirle les provoca tal alegría y satisfacción que corren a comunicarla a los demás. Andrés se lo dice a Pedro y la comunidad de seguidores les dirá a todo el mundo la experiencia feliz que vive en el seguimiento e identificación con Jesús. Anunciará la Buena Noticia por lo que vive mucho más que por lo que dice o hace.

3º.- La respuesta de Jesús

Es una invitación al seguimiento -venid- y, por otro lado a la visión: y lo veréis.

Jesús conoce a quién le busca, en este caso a los discípulos de Juan que se interesan por Él, por su vida y su misión. Es más, no le buscarían si Él no les estuviera moviendo a la búsqueda. Constatada ésta, se verifica en el seguimiento que conduce al encuentro. De aquí la respuesta de Jesús, que en este caso y siempre, responde a la búsqueda. Por esto la invitación al seguimiento – venid- porque está deseoso del encuentro y la comunicación de su intimidad –su casa- a quién sinceramente le busca.

Es también una invitación a “ver”. No se trata de un curioseo sobre una vivienda. Es un conocer en sentido frecuentemente usado por la Escritura, que se identifica más que con un conocimiento teórico con una realidad que se experimenta, un conocimiento experiencial. La invitación, por tanto, es a tener la expericiencía de la vida de Jesús, la que Él tiene y lleva, que incluye su misión. No es, consiguientemente, un simple mirarle o admirarle. Es una escucha, es una aceptación y es un seguimiento incondicional.

Pero esto Jesús, no lo quiere sólo individualmente, aunque necesite una respuesta personal, no invita a un tú a tú. Es un plural lo que usa en la respuesta y es a todo el conjunto de sus seguidores –su comunidad- porque es en ella donde se lleva a cabo el seguimiento y esa visión. Es en ella donde Él está –una vez resucitado se pondrá siempre “en medio”- donde se revela, se le reconoce y se le revive. Esa experiencia de convivencia es la que puede convencer al mundo que, lo que Él dijo e hizo es posible realizarlo. Y esto es expansivo, puede seguirse y verse porque en la comunidad de Jesús se hace.


4º.- Quienes harían hoy esa pregunta


En primer lugar la estamos haciendo todos, hasta sin darnos cuenta. La razón está en lo que el evangelista nos dice en el prólogo de su evangelio: “mediante ella (la Palabra) se hizo todo… el mundo se hizo mediante ella.. Vino a su casa… a los que la recibieron los hizo capaces de ser hijos de Dios. A los que le dan su adhesión y estos no nacen de linaje humano, ni por impulso de la carne, ni por deseo de varón, sino que nacen de Dios (1,10-13). Todos, absolutamente todos estamos creados por Él y, consiguientemente, estamos referidos a Él. Es un tirón creatural hacia quién nos ha hecho que hace decir a San Agustín: “nos hiciste, Señor, para ti e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en ti”. Esta búsqueda, cimentada en esa referencia creatural es cierto que podemos confundirla con otras experiencias y necesidades que pueden desviarla o relegarla a lo inconsciente. Por eso “aunque en el mundo estaba y se hizo por ella, el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron” (1, 10-11). Es la tiniebla del pecado la que puede ocultar su luz y hasta apagarla. Pero internamente siempre tendremos esa tendencia que está radicada en nuestra condición de criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios. Lo cual nos sitúa en un estado permanente de búsqueda –siempre deseamos más- aunque podamos equivocar, por influjo de la tiniebla del pecado, el objeto de nuestra búsqueda.

En segundo lugar la búsqueda tiene hoy su respuesta en la comunidad creyente. Es en ella donde se revela Jesús, donde se le reconoce y donde se le revive. Por eso la pregunta ¿dónde vives? Hoy la hacemos directamente a la comunidad. Preguntamos a cualquier comunidad cristiana si en ella vive Jesús, si se reúne en su nombre –no en otros nombres- si comunica su experiencia de Jesús a creyentes y no creyentes, si evangeliza por lo que vive más que por lo que planifica, hace o dice. Muchos hacen la misma pregunta porque se encuentran decepcionados por no encontrar comunidades donde se estimen y vivan estas características.

Hay, en tercer lugar muchos a los que Jesús les produce admiración y no se cansan de mirar y admirar su vida, enseñanzas y obras. Pero se quedan ahí, no hacen la pregunta ¿Dónde vives? Porque en realidad no buscan. Desearían, les gustaría, seguirían… etc. Pero no hacen la pregunta porque no están dispuestos y no se sienten interpelados por la respuesta de Jesús: “venid y lo veréis”. Es el deseo contrario de lo que expresa este hermoso verso:

Muchas veces, Señor, a la hora décima
-sobremesa en sosiego-
Recuerdo a esta hora a Juan y Andrés
Le saliste al encuentro
Ansiosos caminaron tras de ti
¿Qué buscáis?... los miraste. Hubo silencio.
El cielo de las cuatro de la tarde
Halló en las aguas del Jordán su espejo
Y el río se hizo más azul de pronto
¡el río se hizo cielo!
Rabí –hablaron los dos- ¿en dónde moras?
“venid y lo veréis”. Fueron y vieron…
¿Señor, en dónde vives?
“ven y lo verás”. Y yo te sigo y siento
Que estás… ¡en todas partes!
¡y qué es tan fácil ser tu compañero!
Al sol de la hora décima, lo mismo
que a Juan y Andrés
-es Juan quién da fe de ello-
lo mismo, cada vez que yo te busque.
Señor, ¡sal a mi encuentro!

1 comentario:

Unknown dijo...

El desarrollo de esta primera pregunta, en sus cuatro apartados, nos hace reflexionar muy ampliamente sobre como debe ser el seguimiento a Jesús y las reacciones que éste provoca, una vez se ha optado por el mismo. Del segunto apartado me gustaría destacar: "No se trata de un conocimiento teórico ni superficial. Es una visión que se hace experiencia. Lo que Él es, es lo que comunica.Todo eso hay que vivirlo en la Comunidad.