Estaba Él
saliendo al camino cuando se le acercó uno corriendo, se le arrodilló y le
preguntó:
— Maestro bueno,
¿qué tengo que hacer para heredar vida eterna?
Él
le contestó:
— ¿Por qué me
llamas bueno? Nadie es bueno más que uno, Dios. Ya sabes los mandamientos: no
mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes,
honra a tu padre y a tu madre.
Él
declaró:
— Maestro, todo
eso lo he cumplido desde joven.
A
esto, Jesús se le quedó mirando, le tomó cariño y le dijo:
— Una cosa te
falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu
riqueza; y, anda, sígueme a mí.
A estas
palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido pues tenía muchas
posesiones.
Era un hombre joven angustiado
porque no sabía como obtener vida definitiva. Jesús lo miró con cariño. Él
cumplía la Ley desde su juventud. Cuando Jesús le recuerda que eso le basta
para tener vida definitiva lo miró con cariño, otros traducen “le amó”, porque
no cumplía algún mandamiento sino todos los que le recordó Jesús que, además,
eran los que de ellos hacían relación con el prójimo y la justicia que le debemos.
Verdaderamente un hombre ejemplar que podía darse por satisfecho pues su
cumplimiento le bastaba para heredar vida definitiva y, desde luego, para no
estar angustiado.
Pero Jesús,
que le ha tomado cariño, quiere que disfrute de su amor teniéndole cerca, que
salga de los estrechos límites de la Ley y se adentre por los caminos de la
gracia; salga de los cumplimientos y de alas a su libertad por el amor y la amistad
que puede darle su cercanía. Para ello debe dejarlo todo y seguirle a Él. Esto
abarcaba lo que poseía, pero no solo en el orden material, sino también su
mentalidad, la búsqueda de méritos para conseguir esa vida cuya posesión le
angustiaba. No bastaba el dejarlo todo, debía embarcarse en un seguimiento,
primero repartiendo todo lo que dejara con quien lo necesitase. ¿Por qué éste
dárselo a los necesitados? Porque no basta que él sea bueno, que cumpla con la justicia
que le piden los mandamientos. Es que hay que establecer la justicia
restituyendo lo que injustamente se ha acumulado. Hay acumulación cuando no se
ha compartido y no se ha cargado con el peso de los pobres que nos concierne a
todos. Debe restablecer la igualdad en la parte que le corresponde. Solo
restableciendo la justicia y creando igualdad puede emprender en libertad el
seguimiento y puede mirar a la cara a los que han seguido a Jesús dejándolo
todo y, siguiéndole, han formado su comunidad. Esto es, los que han optado por
la pobreza y tienen a Dios por Rey.
El hombre
joven tiene buena disposición y, personalmente, al cumplir los mandamientos que
hacen relación al prójimo, es claro que él no ha cometido injusticia alguna.
Esto le abre las puertas de la vida. Esto le basta, pero no para el seguimiento
y la pertenencia a la comunidad de Jesús. Tiene lo mínimo necesario pero no lo
es para seguir a Jesús que demanda la renuncia a lo que se ha acumulado que es
lo que produce injusticia. Hay acumulación cuando uno se apropia de bienes que
pertenecen a todos, bien apropiándoselos por procedimientos injustos o bien
porque se rompe la igualdad de todos no compartiendo con quien no tiene. Es
decir, no carga con el peso de los pobres, que es tarea de todos los que poseen
bienes aunque los hayan adquirido legítimamente.
Pero,
además, el hombre joven olvida algo muy importante. Él está preocupado por la
vida futura, la vida eterna o definitiva. Esa vida se construye ya aquí. Es la
otra dimensión de esta vida pues nos movemos entre “el ya y el todavía no”. Por tanto la injusticia hay que destruirla
ya aquí y la justicia tiene que implantarse no en un futuro sino ya aquí, en
esta sociedad y en este mundo. Uno puede ser muy justo en todos sus asuntos
personales pero es injusto si no lucha contra la injusticia social y va
restableciendo la igualdad rota por la acumulación de la que él disfruta.
La invitación
que le hace Jesús termina en fracaso. La razón fue porque era muy rico.
Acumulación y seguimiento son incompatibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario