Hoy hablamos mucho de comunidad y el adjetivo comunitario se lo endosamos a un montón
de cosas que, a veces, tienen que ver con lo que el calificativo significa pero
en otras ocasiones no tiene nada, o muy poco, que ver. Así, para referirnos a
lo que antes llamábamos simplemente parroquia
hoy lo llamamos “comunidad parroquial”
o lo que antes era la vecindad hoy
pasa a ser “comunidad de vecinos”. Hay
muchos ejemplos. Algunos, más acertadamente a mi juicio, les llaman colectivos mientras que otros llaman colectivos a los que tienen verdadera
condición comunitaria. Hay muchas diferencias entre comunidad y colectivo.
Una esencial, a mi modo de ver, es que en el colectivo la preocupación, el
interés y las realizaciones van siempre en beneficio de la totalidad, buscan lo
común desentendiéndose del individuo, mientras que en la comunidad la
preocupación y la atención atiende más al bien de todos, fijándose también en
el de cada uno.
Está claro,
según esta apreciación, además de otras también importantes, que al hablar de
lo que concierne a la Iglesia hablamos siempre de comunidad y no de colectivo.
La comunión es lo que define a la Iglesia y la atención y preocupación es por
todos y por cada uno, de un modo especial por aquellos más necesitados y que
englobamos en el concepto de pobre.
Pues bien,
teniendo presente esta naturaleza comunitaria de la Iglesia y fijándonos en
aquellas instrucciones que en los evangelios se dan a las distintas
comunidades, vamos a tratar de reflexionar sobre ellas.
Hemos
escogido al evangelista Marcos para que nos guíe y lo vamos a hacer siguiendo
la narración que nos ofrece desde el 8, 22 hasta el 10, 52, donde nos ofrece
una instrucción precisa de Jesucristo según sube a Jerusalén. Él la enmarca
entre sendas curaciones a dos ciegos. Al utilizar el presente nos está dando a
entender que lo hecho o dicho por Jesús era algo que se estaba dando en las
comunidades para las que se escribe este evangelio
Lo hacemos
siguiendo la versión de J. Mateos y Camacho y también teniendo en cuenta su
excelente comentario, publicado por Ediciones Cristiandad.
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