Se marcharon de
allí y atravesaron Galilea sin detenerse, no queriendo que nadie se enterase,
porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
— A este Hombre
lo van a entregar en manos de los hombres y lo matarán, pero después que lo
maten, a los tres días resucitará.
Ellos
no entendían sus palabras, y les daba miedo preguntarle.
Va instruyendo a sus discípulos y
Marcos coloca aquí el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección. Ya
el primer anuncio iba precedido de las palabras “y empezó a instruirlos”, y, ahora en el segundo también va
precedido de la referencia a la instrucción. ¿Por qué centrar la instrucción en
la pasión, muerte y resurrección? ¿Tan importante era para ellos y su misión?
Sí, lo era.
Porque
quería destruir la mentalidad de la que no se habían desprendido, que
conllevaba la concepción del mesianismo que querían ver realizado en Jesús y que
no era el que Jesús pretendía. En estos anuncios ya advertía a su comunidad cómo
era el Mesías y qué desenlace tendría. Su destino pasaría por tener que dar la
vida mediante la pasión y la muerte, pero ni se detendría ni se acabaría ahí.
Su final era la resurrección. Pero ellos no entendían lo que decía. ¿Cómo iban
a entenderlo si lo que tenían en sus cabezas era que el mesías no moriría y que
al llegar a Jerusalén establecería el reino, no el de Dios sino el de David? No
podían entenderlo. Lo cual nos pone de manifiesto lo difícil que es cambiar una
mentalidad cuando ésta ha arraigado en una persona o en un grupo. Y a ellos no
les faltaban referencias para poder entender lo que Jesús quería. Llevaban
tiempo acompañándole, le habían visto cómo vivía, cómo enseñaba, les había
explicado lo que no entendían, le habían visto hacer milagros, cómo oraba...
todo lo que con Él habían convivido y en todo se traslucía un amor sin
condiciones. Tan grande que encajaba en Él perfectamente lo de arriesgarse hasta
dar la vida. Horrible la ceguera que produce una mentalidad torcida. Y, si
temible es en una persona, ejemplos hay en la historia de hasta dónde puede
llegar cuando se da en una comunidad.
Pero más
horrible es la consecuencia a la que llegan estos discípulos. Dice el texto que
“no entendían lo que decía y les daba
miedo preguntarle”. No entender lo que nos dicen puede ser porque no nos lo
exponen con claridad, o por la complejidad de lo que nos dicen, pero a veces
ocurre que no se entiende porque lo que nos comunican nos provoca tal disgusto
o desazón que, en realidad, no queremos entenderlo, provocando tal aluvión de
razones o pseudorazones, de relaciones con otras cosas desagradables que
provocan un enmarañamiento que nos impide entender lo que nos dicen. Esto debió
pasar en los discípulos. Les resultaba tan desagradable lo que les decía Jesús,
porque contradecía su mentalidad y sus intereses, que preferían no entenderlo.
Esto lo confirma que “les daba miedo
preguntarle”. En muchas ocasiones le habían preguntado porque no habían
entendido algún dicho, alguna parábola o algún hecho y Jesús se lo había
explicado. ¿Por qué en esta ocasión les da miedo preguntarle?
En primer
lugar porque se fijan sólo en la negatividad de lo que supone la pasión y la
muerte. Aparentemente no hay cosa más negativa que una muerte, sobre todo si se
la considera como acabamiento y final de una vida. Pero esto no será así en
Jesús, no dirá lo último y definitivo sobre Él. Será el paso necesario a lo que
sí será la última palabra, pero ésta no pronunciada por la muerte, sino por
Dios. Será Vida y ésta definitiva. Se lo dice expresamente, pues a continuación
de pasión y muerte anuncia su resurrección. Pero en ella no se fijan.
Y, en
segundo lugar les da miedo preguntarle porque lo que Jesús anuncia no es lo que
ellos esperan. Tener que pasar por la pasión y muerte significa tanto como que
el tinglado que ellos tienen montado en sus cabezas, y que esperan que se
realice, se les venga abajo. Ni habrá institución del reino davídico, ni habrá
primeros puestos, ni habrá glorias mundanas. El Reino que Jesús anuncia es el
de Dios. Ellos, de lo que habían discutido por el camino, era sobre quién era
el más importante. En el Reino que Jesús quiere para su comunidad es “quién quiera ser el primero, que sea el
último y el servidor de todos”.
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