Otras veces mira
con fijeza
Sus mismos enemigos reconocen que Él no se fija en apariencias (Mt. 22, 16), fija la mirada buscando siempre el interior de la
persona o grupo y su respuesta.
Así se le quedó mirando a Pedro (Jn. 1, 42) en su presentación, no fue un simple verle y saludarle. No. La fijeza en
la mirada buscaba su respuesta que fue su seguimiento.
También “se les quedó mirando” a los letrados y sumos sacerdotes (Lc. 20, 17) (1). Esa mirada con esa fijeza estaba
buscando en el interior de ellos la comprensión de la parábola que acababa de
contarles aplicándose su denuncia y enseñanza. Es una mirada que se clava
porque ellos, al darse por aludidos, “dándose cuenta de que la parábola iba por
ellos, intentaron echarle mano en aquel mismo momento” (Lc. 20, 19).
Otras veces es como un desafío, “echando en torno una mirada a todos” (Lc. 6, 10) cura en sábado sabiendo “que los letrados y fariseos
estaban al acecho” Para Él estaba primero la persona de quien tenía el brazo
atrofiado. Lo que provoca que “se pusieran furiosos y discutían que podrían
hacer con Jesús”. Les desafía con la mirada porque ellos están a favor de sus
intereses y no a favor del hombre.
Alguno pide incluso “que se fije” –que mire, que atienda según otras
traducciones- en un muchacho epiléptico que necesita su ayuda y es el hijo
único de su padre. Que le mire. Con la mirada va la atención al que la necesita
(Lc. 9, 38).
También Él pide a los demás que se fijen, que pongan toda su atención a
cuando sucedan estas cosas –las señales de su venida gloriosa- como se fijan en
la higuera o cualquier árbol “cuando echan brotes, os basta verlos para saber
que el verano está cerca. Pues lo mismo: cuando veáis vosotros que sucedan
estas cosas, sabed que está cerca el Reinado de Dios” (Lc. 21, 30-31).
(1) Otras biblias
traducen “clavando en ellos la mirada”. (Biblia de Jerusalén). “Mirándolos
fijamente” (Casa de la Biblia).
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