Ve a un paralítico
“Viéndolo Jesús allí echado” (Jn. 5, 6). Era un sábado, cerca de la piscina de la puerta Ovejera.
Llevaba mucho tiempo inválido. Jesús lo vio y, tras su mirada vino el encuentro
y la curación. Jesús trabaja aunque sea sábado porque “el Padre hasta el presente sigue trabajando y yo también trabajo” (Jn. 5, 17). Los cancerberos de la institución judía se escandalizan
porque cura en sábado y porque dice “que
Dios es Padre suyo, haciéndose igual a Dios”. El paralítico, aunque se
queja de no poder llegar al gua cuando se remueve, realmente, más que la
necesidad de que alguien lo acercara lo que necesitaba era que Jesús le mirara.
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