sábado, 7 de marzo de 2015

XX.- No se puede seguir a Jesús estando ciego


Llegaron a Jericó; al salir de la ciudad con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado a la vera del camino. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
— Jesús, hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara, pero él gritaba mucho más:
— Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
— Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
— Ánimo, levántate que te llama.
Echó a un lado el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
—¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
— Maestro, que vea otra vez.
Jesús le dijo:
— Anda tu fe te ha curado.
Al momento recobró la vista y lo siguió por el camino.
La ceguera no permite encontrar el verdadero camino, ni tampoco seguirlo. Aquí termina la instrucción que nos presenta el evangelista y que comenzó también con la curación de otro ciego. Nos lo presenta al borde del camino, el lugar en que cae la semilla, en la parábola del sembrador, y que carece de raíces y se la comen los pájaros.
El ciego llama a Jesús Hijo de David, donde se centraba la imagen del mesías dominador, investido de poder y fuerza, glorioso y triunfador. La ceguera es presentada así como la incomprensión del verdadero mesianismo que representa Jesús y es impedimento serio para poder seguirle.
El ciego llama a Jesús “nazareno” es decir, como perteneciente a un sector de población que era considerado como fuertemente nacionalista. Si comparamos todo esto con las actitudes e ideas de los discípulos de Jesús, parece claro que el ciego Bartimeo es utilizado por Marcos como símbolo e imagen de los discípulos, pues pone en él lo que a lo largo de toda la instrucción nos ha presentado de estos, es su misma mentalidad que Jesús ataca para mostrar lo que no cabe en su comunidad y es un obstáculo serio para el seguimiento. Esa ceguera mantiene al ciego al borde del camino pues le impide el seguimiento. Esa mentalidad y esa situación impiden al ciego sumarse a la comunidad de verdaderos seguidores manteniéndolo al borde.
¿Qué ha visto Jesús en sus discípulos a lo largo de toda su instrucción? A pesar de sus esfuerzos por cambiar la mentalidad en sus discípulos, lo cierto es que no solo no ha sido un éxito sino que, ateniéndonos a la narración, ha sido un completo fracaso. Han puesto de manifiesto su actitud contraria a lo que Jesús les ha ido mostrando y que, ya próxima la entrada en Jerusalén, Marcos la coloca a continuación, se pone de manifiesto en este episodio donde la imagen del ciego es representación de los discípulos y de su mentalidad.
Muchos lo increpaban para que se callase. ¿Quiénes son estos? Los que representan al verdadero discipulado, sus seguidores que son fieles a su persona y lo siguen en su verdadero mesianismo. Por eso increpan al ciego, verbo que el evangelista suele emplear contra los endemoniados. Lo increpan porque no ven en Jesús al verdadero Mesías Hijo de Dios, sino al mesías poderoso Hijo de David y seguido generalmente por los nazarenos.
Jesús les dice que lo llamen; ellos le obedecen y lo cumplen alegrándose al hacerlo. Son seguidores fieles que ven en el interés de Jesús por llamarlo la invitación al seguimiento, sumándose a la comunidad, y animan al ciego-mendigo a que acuda a Jesús para que remedie su ceguera. Es el anuncio de la comunidad de Jesús y la invitación al seguimiento que esta hace en su nombre.
El encuentro con el Señor es revelador de quién es y de su verdadero mesianismo. Ya no es el Hijo de David, se dirige a Él llamándole Rabbuni que es nombre reservado a Dios. El que le llama es el Hijo de Dios, esa es su identidad y la curación de la ceguera manifiesta su mesianismo. Previamente el ciego se ha levantado, ha dejado la orilla del camino, ha soltado el manto, ha dado un salto y se ha acercado a Jesús. Marcos ha dicho con cuatro palabras todo el contenido del verdadero seguimiento y las señas de la pertenencia a la comunidad de Jesús... Primero, levantarse, pues de un seguidor no es vivir postrado. Dejar la orilla del camino, donde la semilla no puede prosperar y se la comen los pájaros. Suelta el manto que es toda su pertenencia, equivalente al “dejarlo todo”. Ha dado un salto, es el salto de la fe que, no teniendo ya nada a lo que agarrarse, se dirige y aferra a quién le sana, le plenifica y le da la máxima esperanza. Anda tu fe te ha salvado quedando incorporado a la comunidad de los seguidores siguiendo a Jesús por el camino, no sentado en el borde.
No se puede seguir al Señor con este cúmulo de limitaciones consentidas que son la revelación palpable de la ceguera. Esta tiene cura en la auténtica comunidad.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

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