lunes, 13 de junio de 2011

TANATORIOS


Me preocupa, Señor, la actitud de la sociedad actual tendente a silenciar la muerte, considerándola como un asunto técnico, a tratar técnicamente, por un personal técnico y en lugares meramente técnicos. Es como un afán de silenciarla para que no pregunte nada y pase desapercibida. Veo los tanatorios en esa misma línea. Son casas de la muerte y, al mismo tiempo, negocio a propósito de ella. Comprendo su necesidad o conveniencia en la actualidad, porque ni los pisos modernos tienen capacidad para recibir un duelo ni las ciudades facilitan, con sus distancias, el acceso a las parroquias, Pero de ahí a prescindir de éstas lo considero, Señor, un error que potencia esa actitud moderna de silenciar la muerte y priva al difunto, a sus familiares y amigos de lo que una celebración cristiana de la misma supone, situándola en su verdadero espacio.

Son casas de la muerte, Señor. Allí todo esta pensado técnicamente en función de ésta. Sin su sentido humano ni su sentido trascendente. Aunque tenga capilla y se celebre allí el funeral, la técnica se impone a la humanidad, la funcionalidad a la trascendencia y la utilidad al sentimiento. Además, en aras de la funcionalidad, las capillas son pequeñas, los asistentes tienen que ocupar espacios en vestíbulos donde dolientes de otros difuntos conversan, fuman,... no dejando vivir adecuadamente la celebración, lo que refuerza el carácter técnico, donde ésta es un elemento más del servicio funerario que el tanatorio ofrece entre otros. Allí reina la muerte, todo está en función de ella pero sin que pregunte, sin que hable, sin que cuestione nuestro propio vivir. Por eso no me gustan los tanatorios ni he celebrado nunca allí.

¡Qué distinta es la celebración en el templo parroquial!. Ya el hecho de salir del ámbito de muerte que reina en el tanatorio, para entrar en el templo donde reina la vida, sería un alivio para la familia y un recordatorio de que la muerte no ha dicho la palabra definitiva sobre el difunto sino la Vida. ¿Dónde se inició en la Vida esa persona que ha muerto?. ¿Dónde creció y fue recibiendo los sacramentos de la Vida?. Ha sido en su parroquia ¿No es lo más lógico que sea en ella, arropado por su oración y comunidad, donde sacramentalmente se le una a la muerte de Cristo para que le alcance también su resurrección?. La parroquia es como nuestra madre, la que nos ha engendrado en la fe, nos ha iniciado y formado en ella, la ha desarrollado en la medida que cada uno lo ha permitido. ¿No es lo más normal que la celebración de la muerte de un miembro de su comunidad se haga en el templo parroquial, donde la comunidad habitualmente se reúne y donde se significa la comunión con los vivos y los difuntos, en esta vida y en la definitiva, a la que el difunto accede?.

Pero lo que me hace sentir, Señor, verdadero disgusto es en como hacemos los humanos las cosas para que redunde en beneficio económico de quienes invierten, haciendo un monumental negocio en una situación tan humana y tan trascendental como la muerte. Los tanatorios, sobre una situación de necesidad o conveniencia grande hoy, son un auténtico negocio. Esto me causa repugnancia, porque el negocio no se detiene ni ante lo humano ni ante lo trascendente. Situado, además en el consumismo habitual de nuestra sociedad, crea primero la necesidad para presentarse posteriormente, como remedio de la misma, a un precio de mercado. Así la muerte misma y lo que esta conlleva es situada en unas relaciones comerciales, desvinculadas en gran parte de sus dimensiones humanas.

Todo esto crea, Señor, desorientación y tensión entre las familias y las parroquias pues, si el párroco, consciente de lo que significa celebrar la muerte de un miembro de su comunidad, quiere celebrarla en el templo parroquial y no en el tanatorio, como sus responsable lo ofrecen como un servicio más del mismo, el conflicto con la familia está servido. Que si no ha querido venir a enterrar a mi... que si los curas se han hecho unos comodones... que si nosotros hemos pagado para tener este servicio... ¿Cómo pueden ofrecer un servicio que no depende de ellos?. Transigir con esto nos llevaría a otros absurdos intolerables. ¿Te imaginas, Señor, que alguien quiera hacer el negocio completo montando un hotel o restaurante, con capilla incluida, para celebrar allí bautizos, bodas, etc., y quisiera que el clero parroquial se desplace a ellos para celebrarlos?, ¿Adónde llegaríamos y hasta donde el negocio?

Creo, Señor, que el ámbito de estas celebraciones está en la comunidad parroquial no en los tanatorios. Donde ésta tiene normalmente sus celebraciones que es el templo parroquial, el lugar habitual de reunión de los cristianos y signo de la comunidad madre que inicia a sus hijos en la gran familia, la tuya Padre, y la lleva a término colocando a tus hijos definitivamente en tus brazos.

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