viernes, 25 de febrero de 2011

38ª Pregunta: ¿Luego tú eres Rey?

1º.- Quién la hace y por qué 

De nuevo es Pilato en ésta conversación- interrogatorio que tiene con Jesús en su prendimiento. De nuevo vuelve a insistir en el tema de la realeza de Jesús. Hay que decir que, aunque resulta reiterativo, es un recurso del evangelista para ir esclareciendo la calidad de Jesús rey y las características de su reinado. 

La pregunta la causa el desconcierto que sufre Pilato. No entiende como uno, que se tiene por rey, no tenga ejércitos, ni emplee la fuerza, ni se defienda, ni tenga súbditos que lo hagan. Le resulta inaudito ¿de qué habla este hombre? Lo que tiene una lógica plena desde el ámbito donde se mueve Jesús -"es de arriba"- no tiene sentido alguno desde "el orden éste", que es en el que él se mueve y también los dirigentes del régimen.

Por otro lado también causa la pregunta la contestación que Jesús le ha dado a la anterior: “la realeza mía no pertenece al mundo éste. Si perte­ne­ciera al mundo éste esa realeza mía mi guardia personal habría luchado para impedir que me entregaran en manos de las autoridades judías. Ahora que la realeza mía no es de aquí" (18,36). Ni es de aquí ni es como las de aquí. Esto desconcierta no sólo a Pilato sino también a todos los que no estén en la onda de Jesús, que es “la de arriba", la del Espíritu. 

2º.- Qué revela y provoca 

Se manifiesta la progresión que va haciendo el evangelista en la descripción del Reino de Jesús, mostrando sucesivamente cual es su naturaleza. A Pilato no le preocupa tanto si Jesús es rey, porque un rey así no supone amenaza alguna para sus intereses y su oficio de procurador del imperio. Pero la pregunta conlleva también una verdadera curiosidad acerca de cómo puede ser eso, de cómo se puede ser rey así, si no tiene nada en lo que se sostiene siempre la realeza. Siente verdadero de­seo de saber si Jesús se reafirma en que es rey, y si lo es sin fuerzas, ejércitos, súbditos y poderes. Jesús ya le ha dicho que su realeza no es de aquí ni como las de aquí, pero entonces ¿de dónde es y cómo es? Esta es la pregunta equivalente a la que hace. Además de desconcierto hay verdadera curiosidad.

El evangelista va mostrando sucesivamente el contenido de ésta realeza -que ya ha mostrado a sus discípulos en el lavatorio- y que se define por el servicio desinteresado al hombre, a todos los hombres, incluido el procurador y los dirigentes judíos sus acusadores. No excluye a nadie. Lo que provoca en Pilato el convencimiento de que Jesús es inocente, este hombre no ha hecho mal a nadie. Lo que lleva consigo una explicitación mayor de la calidad de ésta realeza que ahora relaciona con la verdad. 

3º.- La respuesta de Jesús 

Lo primero que hace es reconocer su condición real, que el mismo Pilato está admitiendo de alguna manera como se expresa en la pregunta. Jesús se lo recuerda: "tú lo estás diciendo". Es decir, me estás reconociendo lo que soy, pero no sabes lo que dices porque desconoces la altura y la profundidad de ésta realeza; tú te mueves "en este orden”', no eres "de los nacidos de arriba", estos sí entienden el contenido de ésta realeza mía.

Por esto, yendo a la hondura de su condición real, hace una afirmación contundente: que El para esto ha nacido y venido al mundo, que identifica con ser testigo -dar testimonio- a favor de la verdad. Esto desorienta aún más a Pilato porque esta verdad a la que se refiere es Él mismo, ya que en Él reside plenamente el Espíritu, que es la expresión del Amor del Padre; este se acredita en el servicio a los hombres hasta la muerte, muestra el amor universal del Padre a todos los hombres y culmina en Jesús su obra creadora. Es en Jesús y por Él donde se testifica la verdad del Amor sin límites y universal del Padre. Para esto ha venido, para manifestarlo, la Verdad es el esplendor del Amor.

Esto lo conocen los que le pertenecen, "todo el que está por la verdad me escucha” (18,37). Son los que conocen la procedencia de Jesús del Padre al que revela a los hombres, es el manifestador de su presencia que no es para castigar y dominar al hombre, sino para servirle desinteresadamente porque le ama. Ésta es la verdad, el Amor de Dios dado en Jesús con su Espíritu. Pero el mundo no conoce la profundidad -la hondura- de Jesús porque no ha nacido "de arriba", se mueve en "este orden" donde no impera el servicio desinteresado al hombre, sino la explotación del mismo. Es a este orden al que pertenecen los dirigentes judíos porque su padre no es Dios, de quién recibirían su Verdad que es Jesucristo, sino el padre de la mentira. 

4º.- Quién haría hoy esta pregunta 

Desde luego los que se desconciertan ante la Cruz, porque sólo ven en ella un tormento de malhechores y tratan de silenciarla de alguna manera refugiándose para ello en la resurrección de Jesús. No entienden, como el evangelista muestra a lo largo de todo su evangelio, que la Cruz marca la Hora de Jesús, en Él no es el tormento de malhechores porque Él no lo es, es el trono de su gloria. Es la Hora donde se está diciendo la hondura del amor del Padre, se está manifestando de forma contundente cómo es el Amor de Dios y hasta donde llega. Es también la Hora definitiva porque en ella reúne a todos los hijos dispersos, todo es atraído hacia sí. La Hora en que se derrama, por el costado abierto, todo el Amor para que sea participado. La Hora en que el Hombre es acabado, llega a su plenitud según el plan creador que Dios tenía sobre él. Por todo ello la Cruz no es patíbulo, es trono donde el Padre, el Hijo y su Espíritu son glorificados. La Hora se convierte así en el testimonio supremo de la Verdad.

Los ha habido, y los hay, que han identificado a Jesús y sobre todo a su Iglesia con los poderes y mentiras de este mundo. Tratan de hacer compatible el "nacer de arriba" y pertenecer "al orden éste", convirtiendo a la Iglesia en un remedo de las naciones, instituciones, buscadora de beneficios y asumiendo los modos de relación de este mundo. No tienen en cuenta que la fuerza de la evangelización está en proporción inversa con los poderes de éste mundo. A más poder menos fuerza evangelizadora y viceversa. Ella no es señora, tiene un único Señor, ni ella debe exigir lo que corresponde a los señores de éste mundo ni debe darle el brazo a ninguno de ellos. Se debe al único Señor que confiesa en su credo: "creemos en un sólo Señor Jesucristo”. 

Hay otros que convierten la verdad casi exclusivamente en doctrina. Todo el corpus doctrinal que la Tradición de la Iglesia nos ha entregado, es para ellos el constitutivo esencial de la misma Iglesia, la fidelidad a la doctrina su principal preocupación, la defensa de la doctrina integra su más entusiasta ocupación. Aunque la doctrina es necesaria, sin embargo, no han entendido a qué se refiere el evangelista con el término verdad. No se está refiriendo a doctrinas -aunque las incluya- sino a aquello de lo que Él tiene que dar testimonio y lógicamente su Iglesia, porque para eso ha nacido y venido a este mundo. ¿Y qué es eso?. Es Él mismo. Ya se lo dijo a los discípulos que él era el camino, la verdad y la vida. El es la Verdad no porque tenga una doctrina hermosa e incomparable, sino porque la Verdad es el resplandor de la Vida que Él tiene en plenitud porque tiene la plenitud del Espíritu.

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