martes, 18 de enero de 2011

9ª Pregunta: ¿qué es eso para tanta gente?

Tengo que hacerle una pregunta, Señor Jesucristo (9)
  
1º.- Quién la hace y por qué
La pregunta la hace Andrés. Había sido discípulo del Bautista y, al mostrarle éste a Jesús como Mesías, lo siguió como ya hemos visto. Hace la pregunta en medio de una situación problemática pues había seguido a Jesús una multitud que no tenía qué comer. Eran multitud pues según nos dice el evangelista los que se saciaron eran unos cinco mil. Con lo que nos quiere decir que eran muchos. Jesús pregunta a sus discípulos como solucionar el problema pero utiliza el plural "podríamos" incluyéndose en la búsqueda de una solución junto con ellos. La solución normal que ofrece la sociedad en la que están, en estos casos, es, o despedir a la gente para que busque el pan retornando a donde han salido siguiendo a Jesús, o comprarlo ellos y repartirlo pero ¿de donde sacar el dinero que se necesita para tantos?. Andrés intuye otro camino. Hay allí un chiquillo que tiene cinco panes y dos peces, pero eso a todas luces es insuficiente. De aquí la pregunta ¿que es eso para tanta gente? Intuye que la solución no está en comprar sino en repartir, pero lo que hay es poco. La pregunta nace de la preocupación que tiene Jesús por el hambre de la gente que le ha seguido al campo. Esta es la base ¿seguir lo que la sociedad inculca y valora que es vender y comprar?, o los seguidores de Jesús ¿deben ir por otro camino?. Seguir a aquella es perpetuar el hambre porque es ella la causa. Ha perpetuado la compra-venta haciendo que unos acaparen y puedan vender para enriquecerse y otros tengan que comprar si quieren subsistir. ¿Puede ser esta la solución a la subsistencia para los seguidores de Jesús? ¿o más bien hay que hacer lo que el chiquillo -imagen de la comunidad de seguidores- poner al servicio de todos lo manifiestamente insuficiente que tiene?.


2º.- Qué revela y provoca

 Las propuestas que hacen los discípulos revelan con toda claridad que no entienden lo que Jesús va a proponer con el signo que hace y que llamamos la multiplicación de los panes y los peces. Realmente Jesús está proponiendo a los suyos una alternativa al sistema en el que se desenvuelven y que, al seguir a Jesús en campo abierto -como un nuevo éxodo- están abandonando. Lo que Jesús está revelando es que, compartiendo, hay solución al hambre y remedio para todos. Hacer todos lo que hace el chiquillo es el camino para sus seguidores, los que quieren emprender con Él el  nuevo éxodo, que supone la fe en Jesús y su seguimiento. Es en el compartir cada uno lo poco que tiene donde está el remedio a la subsistencia a quienes la misma sociedad condena al hambre porque no tienen medios para comprar lo que la remedia.

Esto revela que la comunión -término más rico y cristiano que el de solidaridad hoy más usado- es la solución para la necesidad. Quién vive la comunión está disponible y tiene todo lo suyo a disposición para ser compartido. Todo junto, lo poco de cada uno, permite remediar la necesidad de todos y llegar a donde lo de uno solo se muestra insu­fi­ciente.

Esta disponibilidad de lo que se tiene provoca la acción de Jesús. Ya el evangelista se ha cuidado de ponernos a Jesús entre los suyos -podremos- no separado, está con la comunidad cristiana -el chiquillo- y con lo poco Él hace maravillas. Va a mostrar por un lado quién es el autor de todos los bienes y, por otro, la igualdad de todos los hombres ante Él y ante ellos. Efectivamente. Dice el texto, que Jesús pronunció la acción de gracias. ¿Esto qué significa y en este momento?. Dar gracias es reconocer que lo que hay y lo que va a hacer es don de Dios, por eso se le dan gracias. Dios no es un ausente ajeno a la vida y necesidad de los hombres. Es el Creador y el Padre, Todo tiene su origen en una creación suya y todo está sostenido por ella. Darle gracias es reconocer que todo es don suyo, que nos ha agraciado por eso nos sentimos agradecidos. Dar gracias es poner cada cosa en su sitio y a cada uno en el lugar que le corresponde, Dios en el suyo y nosotros en el nuestro.

Pero al dar gracias también nos está reconociendo la igualdad esencial de los hombres ante todos los bienes, sean materiales o espirituales. Todos tenemos derecho a los bienes necesarios para ser hombres y vivir con la dignidad de serlo. Por eso lo primero que hace Jesús es mandar a la gente que "se recuesten", que era la forma como comían los hombres libres. Sus seguidores no son superiores unos a otros imponiéndose y dominando unos a otros. Todos son libres y todos tienen la misma dignidad.

3º.- La respuesta de Jesús

Jesús responde a la pregunta con una acción en la que reconoce los dones de Dios y sin lo cual no habría signo de salvación posible. Pero, además, a quienes han abandonado la ciudad y el sistema reinante y le han seguido, les otorga libertad, reconociéndoles su dignidad humana, basada en la acción creadora del Padre, dador de todos los bienes y ante los que sitúa a todos los hombres con igual derecho.
Con todo esto está ofreciendo una alternativa a esta sociedad y a su sistema de compra - venta, que excluye siempre a los más pobres que no tienen con qué comprar ni tienen nada que poder vender. Esta alter­nativa, que es la que deben seguir sus discípulos, en su respuesta al hambre del pobre y consiste en compartir lo que se tiene siendo solidarios siempre. Pero para ello es imprescindible salir con Él de éste sistema creado por nuestros egoísmos, que domina a los que necesitan comprar, privándoles de su libertad, no reconociendo su dignidad, con el mismo derecho para todos de poseer los bienes que Dios otorga y de los que se apropian sólo unos pocos.
La respuesta de Jesús, con el signo que hace de multiplicar los panes y los peces, antes que un milagro aparatoso que lo muestra con poder, es el signo de la solidaridad que lleva consigo la abundancia cuando todos comparten lo que tienen. Puestos los bienes en las manos del que es dador de ellos por la acción de gracias, aunque uno a uno sean insuficientes, juntos todos no sólo remedian el hambre trayendo abundancia, sino también sanan desde su misma raíz la condición de los más necesitados, reconociéndoles su dignidad y su libertad de personas e hijos de Dios.

4º.- Quién haría hoy esa pregunta
La harían hoy muchos que, en vez de obrar como el chiquillo, mostrando la insuficiencia de lo que tiene pero poniéndolo a disposición para compartirlo, se encierran en su insuficiencia, en lo poco que tienen, en lo poco que saben, o lo poco que valen, o lo poco que pueden ... etc. Y no comparten con nadie ese poco que se reconocen. Es muy frecuente oír : yo no puedo arreglar el hambre del mundo, yo no puedo hacer nada para remediar tal o cual necesidad ... Y, encerrados en su poquedad ni siquiera intentan emprender algún camino que, compartiendo su insuficiencia, pueda traer una solución, al menos a alguien que tenga tal o cual necesidad. ¡Cuántas obras se están haciendo en este mundo, remediando muchas necesidades, que comenzaron uniendo muchas insuficiencias! También la harían aquellos que, aprisionados por la ideología creada por el sistema, piensan y actúan como si no hubiera otra alternativa que consumir comprando y vendiendo si se quiere remediar la necesidad. No pueden comprender que, desde esa ideología y ese sistema, en el que nos desenvolvemos, la consecuencia es que los ricos cada vez lo son más y los pobres cada vez son más pobres. Con lo que se despilfarra en los países ricos se calmaría la necesidad de muchos países pobres. Pero el objetivo de aquellos está en vivir lo mejor que puedan y estos que se arreglen como puedan.
Es inevitable reconocer que el relato de Juan, en el que está la pregunta, tiene un trasfondo eucarístico. En la eucaristía se perpetúa el signo de Jesús de partir y repartir el pan a todos que es el signo de su vida. Él es el Pan de Vida que se partió y repartió para dar a todos vida definitiva, no carencias y desgracias. Leído el signo desde ésta perspectiva es una acusación contra tanto creyente, que frecuenta la eucaristía para recibir el pan eucarístico, pero entendido de forma individual. Vienen a comer su pan, no es el pan de todos. Vienen a recibir no a dar. Y esto es una contradicción lamentable. El pan que recibimos es Jesús mismo, que se partió y repartió para que todos pudieran remediar su insuficiencia, haciendo que, identificados con Él por esa comida, también cada uno de nosotros parta lo que es y lo que tiene y lo reparta a quién más lo necesita. 

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