lunes, 17 de enero de 2011

5ª Pregunta: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Es que puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?

Tengo que hacerle una pregunta, Señor Jesucristo (5)

1º.- Quién la hace y por qué

Es un hombre del grupo fariseo, maestro y miembro del gran consejo. Está entre los "muchos que le prestaron su adhesión al presenciar las señales que Él realizaba"(3,23). Pero en los que Jesús no confiaba. Está entre los defensores de la ley -es fariseo - a la que acude incluso contra sus propios compañeros.

Al hablar con Jesús en plural -sabemos- el evangelista nos está indicando que representa o está en un grupo. Son gente que no está de acuerdo con el sistema que han impuesto los dirigentes pertenecientes en su mayoría a la casta sacerdotal contemporizadora con los romanos, ricos terratenientes y manifiestamente corruptos. Ellos se estiman fieles a la ley y esperan un Mesías que la cumpla y que la haga cumplir. Al ver las señales que hace Jesús piensan que puede ser Él quien lleve a cabo esta misión. Basan su sincero deseo en el retorno a la pureza en el cumplimiento de la ley que es la quintaesencia de la espiritualidad farisea. Reconocen con sinceridad que Dios está con Jesús por las señales que hace: "sabernos que tú eres un maestro venido de parte de Dios; nadie podría realizar las señales que tú haces si Dios no estuviera con él (3,2).

Jesús sale al paso del deseo de Nicodemo y su grupo. No se trata de volver atrás haciendo las reformas que sean necesarias para que la ley se cumpla, lo que hay que hacer es sustituir las instituciones corrompidas y que sostienen el sistema injusto. Le dice que si quiere "vislumbrar" el Reino de Dios hay que nacer de nuevo. Esta afirmación de Jesús es la que provoca la pregunta de Nicodemo. Él, como buen fariseo, conoce bien de quién y cómo ha nacido, él se ha criado en la ley y es ésta su madre. Al reconocer que la ley es ley de Dios no permite una vuelta atrás. Todo su vivir tendrá que realizarse en el cumplimiento exacto de lo que Dios ordena en la ley y en eso encontrará el hombre salvación. Dios no está para ellos en la Novedad, en lo que se les viene, sino en el cumplimiento de lo mandado que un día fue novedad pero que hoy es simplemente pasado. Con lo cual le están negando a Dios el progreso de la revelación y de su relación con el hombre. De lo que era sólo preparación, lo han convertido en un absoluto que hasta se opondrá al mismo querer de Dios manifestado en su Hijo.

La propuesta de Jesús, ofrecida a todos, no está en la fidelidad a la ley que condujo a un nacimiento que se ha mostrado caduco. Es como querer introducirse de nuevo en el seno materno, lo que es imposible. Pero no es imposible nacer de nuevo no de la ley sino de Dios:"los que le dan su adhesión... no nacen de linaje humano, ni por impulso de la carne, ni por deseo de varón, sino que nacen de Dios "(1, 13). Este nacer de nuevo lo es por el agua y el Espíritu, es decir, está en el ámbito de Dios. Es nuevo porque no es de aquí abajo sino de arriba, que luego explicitará Jesús.

2º.- Qué revela y provoca

Ante todo muestra el escepticismo de este maestro fariseo y el grupo a quien representa que recurre a una fina ironía. Es como si le hubiera dicho a Jesús: ¿te estás pitorreando de mí? Le resulta imposible reconocer que el Reino de Dios pueda venir por un camino distinto del cumplimiento de la ley. Es una falta de entendimiento basada en que creen en la eficacia de la ley como ejemplar y norma para el hombre, creen en un Mesías que la cumpla, la enseñe y la haga el centro de su actividad. Creen también en una espiritualidad basada en la obediencia y el cumplimiento de todos sus preceptos.

Pero lo que muestra Jesús es algo muy distinto. Ya ha mostrado que el templo ha sido sustituido por el nuevo santuario, que es Él mismo. Ahora está mostrando que la ley ha sido sustituida, no por otra ley, sino por el dinamismo del Espíritu -gracia- que realiza el amor. El Mesías verdadero es quién ama hasta dar la vida cuando sea levantado en alto. Y su espiritualidad no es otra que el amor incondicional al hombre tanto en Él como en todos sus seguidores.

Jesús habla de algo nuevo que no viene por el cumplimiento de la ley, ni es repetición de lo de siempre. La razón está en que la ley ordena, manda, impone preceptos que hay que cumplir exactamente y lo rigen todo ; pero la ley no da la fuerza, el dinamismo necesario para cumplir lo que manda a través de sus innume­rables preceptos -más de seis­cien­tos- como expone san Pablo magistralmente. La fuerza quién la da es el Espíritu, es Él quién comunica ese dinamismo que permite no ya la obediencia a Dios sino la identificación con su querer. Dios no quiere súbditos obedientes sino hijos que, identificados con el Hijo por el Espíritu, derraman su amor hasta dar la vida. Es el Espíritu quién comunica esa fuerza -gracia- que nos permite nacer de nuevo. Un nacimiento que es "de arriba" -la ley es de abajo- del ámbito de Dios mostrado en Jesús al ser levantado en alto (3,1) y atraiga a todos hacia Él. ¿Para qué?, para darles el Espíritu.

3º.- La respuesta de Jesús

Está en lo que ha provocado la pregunta y en la explicación que da a continuación. Comenzó diciendo al maestro fariseo que hay que nacer de nuevo. No se trata de un re-nacimiento, ni de recuperar o reformar la ley y acomodar a ella la conducta. No. Se trata de un nacimiento que todo lo que trae es nuevo. Es la novedad radical del Reinado de Dios. Éste no tiene antecedentes que hayan de seguir repitiéndose, es acción enteramente gratuita de Dios. No consecuencia de una necesidad del hombre, ni de un merecimiento -el cumplimiento de la ley- sino don de Dios enteramente gratuito, porque no tiene otra causalidad u origen que el amor que Dios es y que nos tiene. Por eso Jesús demanda ese nacer de nuevo. Es lo original, lo primigenio, lo que responde al ser de Dios y a su proyecto, a lo que quiso en el principio para el hombre.

Pero este nacer de nuevo no tiene parangón con ningún otro nacimiento, porque es "de arriba". No solamente porque está en el ámbito de Dios, en la atmósfera de amor que origina y en la que están todas sus acciones. Jesús indica la verdadera razón de este nacimiento al indicarle al maestro fariseo el por qué del mismo: "si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”. ¿Qué es este nacer del agua y del Espíritu? Es la explicación del "nacer de arriba". Al ser levantado en alto y al ser traspasado su costado, del que sale sangre y agua símbolos del espíritu, hacia donde ha sido arrastrado todo, es donde el Espíritu, que Él posee en plenitud, es derramado por la herida abierta en el costado. Por esto "nacer de nuevo " es "nacer de arriba" y es "nacer del Espíritu".

Todo esto no son normas, ni leyes, preceptos o costumbres o tradiciones, es la adhesión al amor de Dios mostrado en toda su grandeza al ser levantado en alto. Y es identificación con quién nos lo ha mostrado y donado gratis "desde arriba". Lo que trae Jesús está muy lejos de sometimientos y obediencias y muy cerca de adhesiones e identificaciones con el "amor que nos ha sido dado” (Rom 5,5) y que no necesita mandar nada porque es tal la identificación que produce con el querer de Dios, que todo se realiza antes de cualquier posible mandato.

4º.- ¿Quién haría hoy esta pregunta?

Son muchos los que han absolutizado el deber y el cumplimiento de lo que engloban en la palabra mandamientos que se resisten y oponen no sólo a cualquier sustitución de lo que han vivido sino también a su renovación o reforma. Les resulta inadmisible. Han confiado su relación con Dios al cumplimiento de normas y preceptos, como si estos fueran fuente de vida y normas de conducta. No pueden entender que sólo puede ser fuente de vida lo que procede de arriba que corresponde no a ninguna legislación sino al que por amor ha bajado del cielo. A veces entienden determinados renacimientos provocados por algunas refor­mas pero lo que provoque cambios radicales para ajustarse al evangelio, por encima de toda norma, encuentra una resistencia feroz en su mentalidad y su conducta. No aceptan el nacer de nuevo.

Dentro de estos los hay hasta fanáticos de ideologías, instituciones, imágenes, cofradías, grupos, devociones... con los que se sienten identificados de tal forma que cualquier cambio, mucho más el abandono, les resulta inconcebible. ¡Cuántas luchas y divisiones en la Iglesia debidas a este fanatismo excluyente! No han comprendido que sólo la identificación con Jesucristo -comer su carne, beber su sangre- realización del amor de Dios que se manifiesta en la cruz, inicia el Reinado auténtico de Dios no el que ellos tienen en su cabeza.

En el fondo todas las incomprensiones y resistencias al nacer de nuevo vienen a reducirse a la ausencia de conversión, a la superficialidad en la comprensión de la misma, a la ignorancia y a las identificaciones parciales con Jesucristo o con su Iglesia. Porque convertirse es nacer de nuevo. Se rechaza una mentalidad, una conducta, unos valores, en el fondo una vida, porque no responden al querer de Dios y se adhiere uno a lo nuevo, a la radical novedad del amor manifestado en Jesucristo y comunicado por Él con su Espíritu. Esta adhesión no es a cosas, mandamientos, costumbres, etc. Sino a Jesucristo, porque es en Él donde está el Amor del Padre y el que lo comunica al identificamos con Él. Es en Él donde toda persona encuentra vida y vida eterna. Es desde la conversión desde donde se puede "vislumbrar" ya el Reino de Dios. No es visión ni posesión total, es anticipo, prenda o arras, de lo que un día será definitivo.

Cuando se habla a cristianos que frecuentan los sacramentos y tienen sus devociones, de nacer de nuevo, de convertirse en profundidad cambiando la mentalidad y la conducta, de adherirse e identificarse con Cristo, muchos se ofenden porque se creen ya plenamente convertidos, o pasan de todo esto porque sus rutinas no les dejan descubrir la profundidad de lo que practican o celebran o, a veces, la costumbre les impone unas prácticas sin libertad. Internamente todos ellos están haciendo la misma pregunta que el maestro fariseo y su grupo hacen a Jesucristo ¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo siendo ya viejo? No son ancianos, son viejos; que creen que lo que se les propone es volver otra vez al seno de su madre cosa que consideran imposible. No se adhieren a la posibilidad -aún siendo viejos- de adherirse a la Novedad que les trae el nacer del Espíritu dándoles la Vida Total.


No hay comentarios: