lunes, 17 de enero de 2011

4ª Pregunta: ¿Tú vas a levantarlo en tres días?

Tengo que hacerle una pregunta, Señor Jesucristo (4)

1º.- Quién la hace y por qué

Son los mismos de la pregunta anterior, los dirigentes, sacerdotes y fariseos del Templo. Su autoridad además de religiosa, es política imponiéndose hasta con guardias. Mandan en el templo y hacen negocios a costa de éste. Cuestionan la autoridad de Jesús para hacer lo que ha realizado al expulsar a vendedores y cambistas del recinto del templo. En su protesta se identifican con ellos, vendedores y comerciantes, y responden por ellos.

La pregunta la origina la señal que Jesús les ha dado para obrar con autoridad lo que ha hecho; "suprimid este santuario y en tres días lo levantaré”. Ellos ven en el Templo sólo el edificio imponente y majestuoso, con sus riquezas y sus negocios, con su comercio y con sus sacrificios y ceremonias. No se fijan en el por qué de su constru­cción, su magnificencia, su culto, ni en la fe de los que lo frecuentan. El Templo se hizo para presencializar la divinidad de Yahveh y manifestar su gloria. En él estaba la presencia del Dios vivo. Jesús lo llama la casa de su Padre que ellos han convertido en casa de negocios y cueva de ladrones. Ya no es el santuario de Dios, por eso Jesús no se está refiriendo a él en la señal que da, sino en el auténtico y verdadero santuario construido por Dios mismo, del que el antiguo templo era sólo una figura. Ese santuario es donde habita la plenitud de la divinidad, donde se da el verdadero culto y no se presta a ningún negocio sagrado. A este templo se refiere Jesús, es Él mismo. Los dirigentes tratarán de suprimirlo pero Él en tres días lo levantará. Es la obra de Dios, la culminación de la creación del Hombre, la oferta definitiva de salvación para todos los hombres.

2º.- Qué revela y provoca

La pregunta revela en un primer lugar la ceguera de los dirigentes, que han pervertido de tal manera la naturaleza del templo que ya no se fijan en lo que un templo es y a qué se destina. Posteriormente también le preguntarán a Jesús si también ellos son ciegos. Su ceguera los conduce a la incomprensión y ésta a la obstinación y el rechazo.

Podemos preguntamos qué es lo que está subyacente en esta obstinación y este rechazo. La razón la vemos en que han convertido su fe en una ideología. En vez de ser la preparación para acoger al que Dios les envía, la han convertido en su principal obstáculo. La fe auténtica es siempre una instancia crítica frente a cualquier ideología y frente a todos los poderes de este mundo. Convertida en ideología deja de ser fe. Ya no es la búsqueda y el encuentro con el Dios vivo sino con el sistema de turno, sus principios o valores, sus estructuras y tradiciones. Que pueden manifestar y hasta creer que buscan a Dios pero ni buscan ni conducen al Hombre en el que el mismo Dios se ha manifestado y en Él a todos los hombres. La ideología llega a dominar de tal modo la conciencia que hasta puede hacer creer que es voluntad de Dios convertir con la espada o asesinar con la cruz. Crea una mentalidad de la que es muy difícil convertirse y frecuentemente se convierte -como en estos dirigentes- en el principal obstáculo para la escucha, la aceptación y el seguimiento de Jesucristo, El Hombre santuario de la divinidad donde ésta habita corporalmente (Col 1,19 + 2,9-11)

Al extrañarse, y preguntar, de que Jesús hable de levantar el santuario en tres días, revela lo que los discípulos descubrieron cuando Él resucitó, que se refería al templo de su cuerpo. Lógicamente los dirigentes desconocían la realidad a la que Jesús se estaba refiriendo, el Templo que Dios se ha hecho, donde habita, donde se realiza su voluntad y se manifiesta su gloria; que atrae a todos hacia Él sin privilegios de raza, edad, cultura, sexo y hasta de religión. Éste Templo es levantado definitivamente al ser levantado en alto y con su sacrificio haber liquidado todos los sacrificios. Quién se deja seducir por esta atracción llega a identificarse con Él y participar en el verdadero culto que a Dios agrada y donde se manifiesta su gloria. Ya no hay templos válidos si no conducen al Hombre y por Él a todos los hombres. Por esto habla de tres días, no se trata de cronologías -Dios no necesita días y nunca actúa con retrasos- sino del Día definitivo que agota toda sucesión cronológica porque está manifestando la plenitud de lo eterno. Este santuario es el Día porque en él Dios es Presencia que liquida todas las noches.

3º.- La respuesta de Jesús

No da Jesús una respuesta directa a la pregunta porque en realidad ya la ha dado. Y no sólo con palabras sino con la contundencia de los hechos. En el santuario de Dios, que es Él con sus seguidores, no hay explotación del pueblo por medio del culto, por eso arroja del templo a las víctimas para los sacrificios, ni habrá impuestos por eso echa a los cambistas porque no se necesitan ya. Ni habrá ningún interesado engaño de los pobres poniéndole un precio a lo sagrado, por eso manda que quiten a las víctimas que ofrecían los pobres, las palomas. En el Santuario que Dios se ha hecho ni hay ni cabe ningún negocio sagrado. Ni hay sacrificios ni hay que acumular méritos. En él se comparte todo porque todo pertenece a todos. Es la casa del Padre que es la casa de la familia. No lo es de un dios opresor, interesado y comerciante que es la imagen que ofrecen de Él los dirigentes del templo en el culto y las celebraciones que ellos propugnan.

Pero, como el evangelista manifestará a lo largo de todo su evangelio, las se­ñales que hace Jesús y que acreditan su autoridad, no son señales ni en beneficio propio ni en beneficio de Dios. En todo el evangelio Dios no pide nada para sí. Todas las señales y actuaciones de Jesús las realiza en beneficio del hombre y siempre las aduce para legitimar su misión. No es esto lo que se traen entre manos los dirigentes judíos. Ellos están contra el Hombre -lo suprimirán- y contra todos los hombres -los explotan- por eso se oponen a Jesús. Ellos, con su ideología, no pondrían muchos reparos en reivindicar el honor de Dios en el culto y el cumplimiento de la ley, pero desde luego no lo harán por el Hombre, mucho más si éste les pone en contra a los hombres.


4º. -Quién haría hoy esa pregunta

Muchos la hacen hoy y siempre a Dios directamente cuando les sucede alguna desgracia o les amenaza la muerte a ellos o alguno de sus seres queridos. Han oído siempre que Dios es Padre, que quiere el bien de sus hijos y trabaja sin descanso para que el hombre sea feliz y haga felices a los demás. Pero cuando la felicidad se derrumba por la vejez, la enfermedad, el accidente etc. la pregunta surge espontánea ¿Tú vas a levantar esto en tres días? 0 lo que es lo mismo: desaparecida la felicidad o el bienestar que ha costado lograr en tantos años y, a veces, con tantos sacrificios ¿Tú la vas a reconstruir en tres días? No son capaces de salir de una mentalidad materialista que no les permite comprender la vida del hombre fuera de las limitaciones de lo material, lo temporal y lo espacial. No han descubierto la dimensión trascendente de toda vida humana. Por eso se desconciertan porque buscan la solución y la piden en esta dimensión espacio -temporal de la vida, no la esperan ni comprenden la vida humana en su trascendencia. Quieren y piden señales, actuaciones puntuales y ostentosas de Dios en sus desgracias siempre dentro de esta dimensión en la que viven sin descubrir o habiéndose desentendido de esa otra dimensión que tiene toda vida humana, que da sentido a todo nuestro vivir y felicidad aún en todo aquello que nos contradice.

También hacen hoy esta misma pregunta aquellos que se sienten de­sautorizados por Jesús, en su vida y su palabra, porque han convertido su relación con Dios en un monumental negocio sagrado. Han hecho de Dios un gran negociante que comercia sus dones y la misma salvación a cambio de oraciones, sacrificios, cultos e intercesiones. Cuando descubren que Dios es enteramente gratuito, que no quiere nada para si y que da el Evangelio, y con él la salvación, a todo el que la quiere, entera­mente gratis, se desconciertan y hasta se escandalizan porque su vida religiosa fue construida -a veces con imponentes sacrificios- como una carrera para hacer méritos y lograr lo que en Jesús y por Él Dios se lo está dando de balde. ¡Con lo que me ha costado levantar este edificio, teniendo archivadas todas las facturas y registrados todos los costos!, ¡y ahora me dicen o descubro que no puedo pasarle a Dios factura de nada de lo que hecho por Él! Sin estos meritos ¿en qué queda o como se levanta el edificio? No entienden que Dios es gratuito -esta es una verdad esencial que recorre toda la Biblia- y, consiguientemente el Evangelio es gracia.

También los hay que hacen esta pregunta a la Iglesia. Ante tanta desorientación que perciben, tanta rutina, dejadez y abandono. Ante el derrumbamiento no sólo de posesiones materiales sino movimientos, asociaciones, etc. Que en otros tiempos fueron testigos y dieron sentido a la vida de muchos creyentes pero que hoy han quedado reducidos a conservatorios de viejas glorias sin atractivo ni presencia de gente joven, el escepticismo se ha impuesto en ellos y cuando la Iglesia a través de personas, nuevas asociaciones, renovación de sus viejas parroquias etc., presenta actualizadamente y con optimismo el Evangelio de Jesús, ellos decepcionados preguntan ¿Tú vas a levantar lo derrumbado en tres días? Y se refugian en su pasado y hacen que la iglesia vuelva atrás y convirtiendo sus asociaciones, movimientos y parroquias en un monumental "establecimiento" donde se "despachan" cosas sagradas o a donde se acude para lograr algún beneficio.

Todos estos, y otros muchos, exigen pruebas y se refugian en su escepticismo cuando se les habla de un Dios Padre, enteramente gratuito, que busca la felicidad de sus hijos, a quién nosotros no elegimos sino que fue Él quién nos eligió primero, que nos da gratis su Reino, se desorientan y se refugian en "lo que siempre se ha vivido", ignorando que el Dios vivo destruye todas las instalaciones, los establecimientos y deshace todos los comercios que nosotros nos inventamos.


No hay comentarios: